Ojo de Halcón

Deberes superheroicos antes de Navidad Por Yago Paris

Una de las principales pegas que se le puede poner a Ojo de Halcón (Hawkeye, Jonathan Igla, 2021), la nueva serie de televisión del universo Marvel, es que se trata de una producción desganada, donde da la impresión de que ni siquiera se quiere contar una historia superheroica. Habida cuenta del punto de partida del argumento, esto parece del todo cierto: en los días previos al de Navidad, Clint Barton (Jeremy Renner) está pasando unos días con sus hijos en Nueva York, cuando Kate Bishop (Hailee Steinfeld) se cruza en su camino, lo que lo obliga a adoptar nuevamente su álter ego de Ojo de Halcón para resolver un caso. La serie muestra a un Barton ya maduro y, sobre todo, cansado de su rol como superhéroe, uno del que se esfuerza por huir, o al menos poner en pausa durante una larga temporada, después de haber salvado el universo, junto con el resto de Vengadores y asociados, de los terribles planes de Thanos. Barton, que lo único que quiere es pasar unas navidades tranquilas en familia, se verá forzado a actuar para salvar a Kate, y nada podría darle más pereza. Por tanto, parece razonable pensar que todo en la serie huele a desgana, empezando por el propio argumento de la misma. Sin embargo, sería una lectura precipitada, habida cuenta de una serie de argumentos que muestran que, en realidad, estamos ante uno de los productos más logrados de Marvel.

I. El género navideño

Uno de los arcos narrativos más habituales de las ficciones navideñas gira en torno a la idea de volver a casa a tiempo para celebrar la Navidad en familia. En este tipo de historias, normalmente un problema, o una concatenación de inconvenientes, impiden —en muchos casos, de manera cómica—, que el personaje pueda regresar tranquilamente a su hogar. Estos altos en el camino son, en muchos casos, incordios con los que uno se ve forzado a lidiar, muy a su pesar. Es precisamente por esto último por lo que la propuesta cómica de Ojo de Halcón resulta especialmente estimulante: por la manera en que la serie retrata lo superheroico como un coñazo. Esta es, no obstante, la visión de Clint Barton, que contrasta con su aprendiz improvisada, una Kate Bishop que en un futuro heredará el título de nueva Ojo de Halcón, probablemente dándole el relevo a un Clint que está pidiendo a gritos retirarse. Para ella, la situación que se ha dado en la historia es la oportunidad de su vida: no solo tiene la oportunidad de conocer a su máximo ídolo, quien la inspiró de pequeña para convertirse ella misma en una superheroína, sino que el entuerto en el que se ha metido la llevará a colaborar con este y enfrentarse a la prueba de fuego, que le permitirá comprobar si está hecha para este tipo de vida.

Este contraste de visiones es una de las principales bazas cómicas de la serie, que explota el potencial cómico de una pareja de actores entregados. El aparente pasotismo de Renner esconde un gran dominio del tempo cómico, aunque es Steinfeld la que se come la pantalla con su hiperactividad nerviosa, al mismo tiempo cool y torpe. Se podría argumentar que en realidad estamos más ante una comedia propia de Disney Channel —como ya ocurría en Spider-Man: Homecoming (Jon Watts, 2017) y Spider-Man: Lejos de casa (Spider-Man: Far from Home, Jon Watts, 2019)— que ante una historia de Marvel canónica. La narración profundiza en las dinámicas entre personajes, y parece esforzarse por retratarlos el mayor tiempo posible entre los bastidores de la vida superheroica, como se refleja en su amplio desinterés por introducir set-pieces de acción o plagar la historia de escenas relacionadas con dicho universo. Lo que queda es una propuesta que profundiza en las diferentes versiones de lo que implica formar una familia, desde las viudas negras de Yelena Belova (Florence Pugh) hasta la mafia de Maya Lopez/Echo (Alaqua Cox), pasando por los vínculos de sangre entre Barton y los suyos y los de Bishop con su madre (Vera Farmiga) y su nuevo padrastro (Tony Dalton), llegando hasta la familia definitiva de este tipo de narraciones: la de los grupos superheroicos, en este caso formada por los dos protagonistas. En ese sentido resulta paradigmático el tercer episodio de la serie, que, aunque cuente con las escenas de acción más espectaculares —la persecución en coche—, consiste en una huida, la de los dos protagonistas, que tratan de alejarse del peligro, más que combatirlo. Este desinterés por lo superheroico cristaliza en un cuarto episodio donde la parte crucial del metraje consiste en Kate dejando la casa de su madre para pasar la noche en compañía de Clint, a quien no quiere dejar solo en Navidad bajo ningún concepto. De esta manera, la serie adapta con acierto una parte fundamental del espíritu —que no la historia— de la reputada serie de cómics sobre Ojo de Halcón que desarrollaron el guionista Matt Fraction y el dibujante David Aja en 2012, cuya estética también inspira los títulos de crédito: indagar en la persona que se esconde detrás del arquetipo heroico, así como adaptar sus funciones a una escala cotidiana, que puede consistir en ayudar a los vecinos del edificio en pequeñas labores cotidianas. No resulta casual que la Navidad también estuviera presente en aquel conjunto de cómics.

Ojo de halcón

II. Superhéroes en Navidad

Desarrollándose dentro del habitual tono desenfadado de Marvel, pero llevándose al extremo de la comedia chorra, Ojo de Halcón encuentra sus momentos más significativos, no solo en la introducción de lo navideño en su narración, sino concretamente en la combinación de lo navideño con lo superheroico, algo que, de manera inesperada, conduce a estimulantes reflexiones sobre el citado género de acción. En última instancia, la premisa de la serie solo es posible debido a que, por mucho que esfuerce, Clint Barton es incapaz de desatender sus deberes morales como superhéroe. Si el protagonista no puede volver a casa es porque sabe que hay gente en peligro, y por tanto debe quedarse en la ciudad para resolver el caso y poner a salvo a estas personas. La responsabilidad del héroe pasa, en buena medida, por colocar el bien común por delante de los intereses personales, de ahí que no dude en extender su estancia en Nueva York aun a riesgo de perderse lo que más le apetecería, que es pasar los días previos al de Navidad con su familia, haciendo maratones de películas navideñas y construyendo casas de pan de jengibre. Otras labores a pequeña escala también sirven para redundar en las pequeñas acciones que un superhéroe puede hacer por la comunidad. En este sentido, y sin obviar en ningún momento el evidente tono autoparódico, destaca la relación que Barton establece con un grupo de aficionados a los juegos de rol, a quienes inspira para que lleven su vocación de ayuda ciudadana —se trata de miembros de la policía y la brigada de bomberos— a un nuevo nivel al colaborar con este. Es en estos fragmentos donde la vocación de comedia Disney Channel alcanza sus picos, con especial mención a la escena que tiene lugar en un parque donde se está desarrollando una partida de rol medieval en vivo, y a la que Barton se ve forzado a sumarse para obtener un objeto que está buscando. Más allá de lo ridículo que supone que un superhéroe que ha luchado contra Thanos se vea forzado a participar en una actividad como esta, resulta especialmente significativa la manera en que este se deja vencer por uno de los jugadores, algo que el personaje en cuestión vive como el mejor día de su vida. Clint Barton, el superhéroe sin poderes del grupo de los Vengadores, siempre ha funcionado como una suerte de inspiración para la gente de a pie, pues les enseña que quien se lo proponga puede llegar a ser como él, como así se lo expresa la propia Kate Bishop en ese mismo episodio.

La mezcla de lo navideño y lo superheroico también encuentra perlas de ingenio en la manera en que los utensilios de batalla son utilizados. Los diferentes tipos de flechas que tiene Ojo de Halcón, cada una con una funcionalidad diferente, son utilizados aquí como una suerte de juego paródico, como si se tratara de una especie de juguetes peligrosos. Así, la ingeniosa manera con que estas flechas son utilizadas como fuente de acción y comedia recuerda a la forma con que Kevin (Macaulay Culkin) trata de librarse de los ladrones que tratan de acceder a su casa en Solo en casa (Home Alone, Chris Columbus, 1990) y Solo en casa 2: Perdido en Nueva York (Home Alone 2: Lost in New York, Chris Columbus, 1992). Otros detalles, tales como el rol destacado del gigantesco árbol de Navidad de la plaza del Rockefeller Center, o que una de las batallas físicas más importantes del último episodio transcurra en una juguetería, ayudan a crear una satisfactoria combinación entre lo navideño y lo superheroico, dando lugar a la que probablemente sea la creación televisiva con mayor personalidad de Marvel Studios.

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III. La importancia de llevar traje

A pesar de que se ha insistido en el desinterés de la serie por seguir las líneas narrativas habituales en torno a lo superheroico, lo cierto es que, al mismo tiempo, Ojo de Halcón reflexiona sobre aspectos cruciales del mismo, siendo la función del traje del superhéroe el punto más destacado. El McGuffin que da lugar al cruce de las diferentes historias que componen la serie es el traje de Ronin, aquel que Ojo de Halcón vistió en los años posteriores al blip de Thanos, y con el que regó las malas calles de sangre de delincuentes. La reaparición del traje recupera el pasado de Clint Barton, del que ha tratado de huir pero del que no podrá a menos que le ponga fin, y esto pasa por arreglar la situación con Maya, quien quiere matarlo por haber asesinado a su padre. El traje, que Kate viste sin ser consciente de las repercusiones que ello conlleva, la pone en medio de una trama mafiosa de la que Barton tendrá que sacarla, dando lugar al desarrollo de su amistad a lo largo de toda la serie. Y es, por tanto, el traje lo que provoca que esta conozca a Yelena Belova, que funciona como el otro relevo generacional, pues se trata de la hermana pequeña de Natasha Romanoff y la probable nueva Viuda Negra. Esta conexión permite algunos de los momentos más estimulantes de la serie, pues ambas actrices desarrollan una química arrebatadora en pantalla, que se traslada al desarrollo de una relación ficcional basada en la admiración mutua —que cristaliza en la divertida pelea que protagonizan en el rascacielos del Rockefeller Center durante el último episodio de la serie—.

Pero otros tipos de traje también son cruciales. Por un lado, es el traje de Ojo de Halcón el que metafóricamente conecta a Yelena con Clint, puesto que esta quiere asesinarlo porque cree que ha sido él quien mató a Natasha. Al mismo tiempo, la ausencia de traje también encuentra su hueco en el metraje, puesto que, aunque Clint sea una inspiración para la sociedad, no llevar traje, en sentido literal o figurado, es fundamental para llevar a cabo su labor, pues no deja de ser un espía que, ante todo, busca pasar desapercibido. Esto, al mismo tiempo, quizás sea el problema de su discreto éxito mediático como superhéroe. En este sentido, resulta llamativa la reflexión que ofrece Kate Bishop en el segundo episodio, cuando le insiste en que debe llevar un traje de superhéroe que lo identifique claramente como tal y que sea suficientemente llamativo como para que pueda ser fácilmente reconocible, no solo como un superhéroe en general, sino específicamente como Ojo de Halcón. Al señalar esto, argumenta que quizás sea cínico y cool no llevarlo, pero que esto está perjudicando al branding de su marca, lo que no deja de implicar poner de manifiesto la actitud de la propia Marvel, cuya estética y tono pasa, precisamente, por un cinismo desenfadado que en tantas ocasiones sabotea el potencial de las narraciones superheroicas adaptadas a la gran pantalla. Por último, la introducción de un nuevo traje en el tramo final de la serie, uno más identificable y carismático, sirve como cierto fanservice, a la par que consolida la en realidad profunda relación de corte paternofilial que se ha estado gestando a fuego lento entre Clint y Kate, quienes finalmente comparten vestuario, habilidades y, en un futuro cercano, álter ego —como se señala en la última escena de la serie—. Pero, más allá del detalle para el fandom, este nuevo traje funciona como el cierre del arco de redención del protagonista, quien consigue cicatrizar su etapa como Ronin, para así renacer con una nueva identidad, esta vez bien clara y definida. Gracias a este nuevo, más llamativo y carismático traje, y tras haber hecho las paces con su pasado —no solo la etapa Ronin, sino el sentimiento de culpa por no haber podido evitar la muerte de Natasha—, Ojo de Halcón es más Ojo de Halcón que nunca.

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