Pájaros de verano

El fin de las historias Por Martín Cuesta

Auge, triunfo, caída, es decir, la trilogía clásica del cine de gangsters, del Scarface (1932) de Hawks a los Narcos de Padilha Netflix. La irrupción de nueva sangre que aporta vitalidad al mercado (al único que hay, al que todo ocupa), haciéndolo florecer, creando nuevas formas de enriquecimiento en ese monstruo de mil caras llamado capitalismo, llevando, en definitiva, a esa nueva sangre a la cima hasta hacerla enfermar de los vicios que debilitaron a sus predecesores para, finalmente, hacerla caer y sustituirla por la nueva sangre que perpetúa el ciclo eterno. Sí, es una historia muchas veces contada, y Ciro Guerra, el director colombiano al que muchos conocimos tras el éxito internacional de El abrazo de la serpiente (2015), parece aportar en su nuevo filme algún elemento novedoso a este eco narrativo pero…¿es realmente así?. Detengámonos en dichos elementos para debatirlo.

El primero de ellos, y el más destacado, es la utilización de un punto de vista etnográfico en la descripción de sus personajes y en el propio núcleo de la historia. En este caso, el sustrato sobre el que nuestro protagonista forja su pequeño imperio es la comunidad indígena wayuu, un pueblo asentado en el extremo norte de Colombia y Venezuela desde el siglo I a.c. La descripción de sus ritos, de su forma de vida, de la importancia de las tradiciones, otorga a Pájaros de verano los momentos más hermosos de su metraje. Pese a ello, y como decíamos previamente, dudamos de la originalidad de la inclusión este tipo de observación en el género al que nos referimos… ¿o acaso no es obligatorio dejar constancia física de los ritos a los que obedecen los gangsters de cualquier lugar o condición? Cierto, la película de Ciro Guerra se abre con un baile y una boda que fascinan por sus normas y sus códigos, tan extraños a los nuestros, pero ¿no comenzaba de la misma manera El Padrino (The Godfather, 1972) de Francis Ford Coppola?¿no eran sus protagonistas, como lo son estos, una tribu desplazada dentro de una sociedad mayoritaria que los teme y los rechaza?¿no obedecían estos a unos ritos propios solo conocidos y comprendidos por los miembros de dicha tribu?¿cuál es pues el hecho diferencial en Pájaros de verano?

Pájaros de verano

También podría parecer original cómo la degeneración, impuesta por la avaricia, acaba resultando más fuerte que los lazos familiares y los de la tradición, cómo los viejos dioses de la lluvia y las mareas son fagocitados por los nuevos, esos que llevan la efigie de George Washington impresa en un lateral. Quizás que sus dioses se llamen Maléiwa o Juyá pueda engañarnos por un momento, puede que nos dejemos llevar así por las alas del folklore y la magia negra, pero no nos engañemos, llámese Yoluja o Jesucristo, ambos son igualmente inertes frente a estos descreídos tiempos, todas las deidades del pasado pueden ser vencidas por un iPad del tamaño adecuado. ¡Ay de los omnipotentes cuando descubran cuánto tiempo hace que dejaron de serlo! Así que lo sentimos, Ciro Guerra, tampoco hay mucho que descubrir por este lado.

No podemos negar, finalmente, algunas de las virtudes que preñan el metraje de Pájaros de verano, el realizador colombiano no es ni mucho menos un inepto del encuadre, pero sí debemos afirmar que su pose de renovación ética y estética del género negro clásico, que su apariencia de producto indígena, es más una etiqueta para turistas despistados que un intento serio de establecer un nuevo relato. Una fabada de sobre, si ustedes entienden de gastronomía. Una muleta de torero con etiqueta Made in China si entienden del arte de matar criaturas inocentes. Quizá es que todas las historias hayan sido ya contadas, perdonen el pesimismo.

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Comentarios sobre este artículo

  1. Nada nuevo hay bajo el sol en la corriente del conocimiento y verlo desde la gastronomía es un lado: Necesitamos disfrutar el alimento, es un rito desde la última cena; vis consiste en narrar historias o desde el código cinematográfico-reales o de ficción- la gracia está en lo creíble del resultado final. Entonces en la gastronomía, la literatura y por supuesto el cine, algo debe mantener vivo el género y en el caso de Pájaros de verano es un resultado de trabajo continuado, experimentación y uso de recursos para que la historia revele cosas y hechos no comprendidos en su momento pero que nos recuerdan la necesidad de conocer de qué manera se construye la realidad que vivimos. Ahí es donde impacta la producción que toma prestada la mirada de una cultura misteriosa que se manifiesta con actores «naturales» sabiamente dispuestos en la narrativa para que Pájaros de verano pueda ser «leída» desde múltiples orillas. Como receta magistral logró la cantidad justa de ingredientes para dar el sabor necesario a la nutrición del comensal más la inspiración del cocinero en la cena de gala en Cannes. Exhibición local de Pájaros de Verano

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