Paranoia individual, paranoia social

No es paranoia si te persiguen de verdad Por Àlex P. Lascort

Paranoia: O trastorno delirante. Trastorno psicótico caracterizado por ideas delirantes no extrañas en ausencia de cualquier otra psicopatología significativa.

El paranoico, contrariamente a lo habitualmente aceptado a nivel de cultura popular, no tiene alucinaciones marcadas, no es un bicho raro que se siente perseguido por todo, todos y a todas horas. No. De hecho el paranoico es un tipo bastante funcional en su día a día, es la circunstancia lo que le abruma, lo que le hace perder el control. Es una correlación difícil de establecer, es el entorno su disparadero? ¿O es precisamente lo contrario?

El cine suele haber explotado esta palabra con suma alegría, a veces con demasiada frivolidad, sumergiendo al espectador en ideas equivocadas respecto a la enfermedad. ¿Voluntariedad? ¿Ceremonia de la confusión? Puede que algo de ello haya, pero en el fondo obedece más bien a una suerte de “paranoiaxploitation”, de crear un cierto icono identificable, algo que impacte solo con su mención.

Sí, el cine suele generar estados de ánimo, reacciones instintivas a la pantalla. Visceralidad, odio, amor, risas y lágrimas. Y porque no, histeria(s) colectivas y tambien íntimas. Miedos aletargados que florecen al contemplarnos en nuestros héroes favoritos amplificados, exagerados, sin duda, pero al mismo tiempo dotados de una cierta pátina de realismo. Al fin y al cabo no es el cine ese bigger than life soñado? Si el cine puede prometer, realizar y reflejar nuestros sueños más deseados es evidente que puede plasmar nuestras pesadillas más temidas.

El amor imposible que un día llega, el ser anodino que resulta ser el héroe del día tambien pueden tener su reverso y el middle man rural apreciado por la comunidad deviene como en Take Shelter (Jeff Nichols, 2011), a la que nos referiremos más adelante, en un apestado, en un loco (o no) profeta del apocalipsis del que todos huyen y al que todos denostan.

No obstante no todo el cine acerca de, o con paranoia es esta especie de mionstruo de Frankenstein hecho de retazos de malas interpretaciones médicas. No, tambien y por fortuna, existen películas cuyo tratamiento específico o lateral de dicho trastorno restan enfocados de forma, quizás no “100% medically accurated” pero si con el suficiente empaque para no banalizar el término. Películas estas, de las que haremos un somero repaso, en que lo que importa no es tanto la enfermedad per se sino sus connotaciones, sus marcos conceptuales y consecuentemente sus derivadas afectivas.

Películas donde la paranoia no es el punto de partida sino un elemento importantísimo pero no único en el tablero de sus imágenes, porque, volviendo a la definición, no se trata de enfocar (solo) las ideas delirantes del individuo sino sus daños colaterales, sus disparadores y, en alguno de los casos, lejos del miedo a la enfermedad, a la asunción del estado paranoico como una especie de don, de trampolín nietzcheano que situa a su poseedor por encima del resto de humanos. No se trata sin embargo de heroificar la enfermedad sino de plasmar de alguna manera que el miedo no viene causado por ella sino por, precisamente, el miedo al miedo a tenerlo. Es el aforismo Roosveltiano: «The only thing we have to fear is fear itself», pero multiplicado por las “n” veces que la situación requiera.

Los puntos de vista en los que nos centraremos apuntan básicamente a dos tipos de paranoia, al tipo de grandiosidad o megalomanía o al persecutorio. Cierto es que otros tipos pueden ser ejemplificados como el erotomaníaco, el celotípico o el somático, sin embargo las películas que tratan estos temas suelen centrarse demasiado específicamente en ello dejando los hangarounds temáticos algo desenfocados. Por ello y sin más dilación hablaremos de…

1. «You think I’m crazy? Well, listen up, there’s a storm coming like nothing you’ve ever seen, and not a one of you is prepared for it.»

Curtis – Take Shelter”

Sí, probablemente Curtis, el personaje interpretado por Michael Shannon (cuyo fenotipo facial ya parece predisponerle para ciertos personajes perturbados) en Take Shelter es en cierto modo el paranoico total. Megalomaníaco y a la vez con manía persecutoria ejemplifica como pocos un modelo digno de estudio. Sin embargo, lo realmente interesante de su personaje, y por ende de la película es el juego del todo o nada, la idea de que la paranoia es tan terrible que se desea no tenerla, pero al mismo tiempo se ansía una resolución positiva de la misma a pesar de que si se cumplieran las alucinaciones aparentemente sufridas supondría un caos mucho peor que la autodestrucción de un solo individuo consumido por la locura. Take Shelter es en el fondo la película eje sobre el tema, el centro de gravedad sobre el que podría girar todo el universo de la cinematografía paranoide. Por ello dejaremos a eso sol proyector de tinieblas y miedos para lo último, para el fin de fiesta, para el epítome del apocalipsis mental.

 

(00:00 a 00:20)

La Segunda Guerra mundial ha terminado. ¿Paz y amor? No, solo un clima tenso, donde los antiguos aliados se vuelven enemigos mortales. Y para abrir boca nada mejor que poner en manos de un fanático e histérico anticomunista como Joseph MacCarthy como organizador del Comité de Actividades Antiestadounidenses. No hablaremos aquí de la caza de brujas, suficientemente conocida por todos, sino de como la paranoia, la sospecha de infiltraciones comunistas sufrió un proceso de retroalimentación no solo consistente en eliminar todo sospechoso de rojerío de la industria cinematográfica, sino tambien crear a su alrededor una especie de subgénero de películas, muchas de ellas directamente panfletarias, alrededor del espionaje comunista en América.

Es el incio de la Guerra Fría baby, y films como Manos peligrosas (Pickup on South Street, Samuel Fuller, 1953), Casada con un comunista (The Woman on Pier 13, Robert Stevenson, 1949) o El regreso del gángster (A Bullet for Joey, Lewis Allen, 1955) inician un ciclo de perversidad y lavado cerebral de la audiencia. Se trata del miedo, de crear la paranoia global de que USA está siendo invadida por legiones de espías soviéticos. Películas patrocinadas por el Mccarthysmo y que aprocvechándose de la popularidad del noir lo bastardizan para sus propósitos. Se trata de amedrentar por un lado y por otro demostrar que el gobierno está ahí siempre ara proteger a sus atemorizados e indefensos ciudadanos. Son films con presencia de algunos de los clásicos del noir como Robert Ryan, Richard Widmarck o Edward G. Robinson. Presencias destinadas a llamar la atención de la audiencia como reclamo de taquilla aunque se quedan en eso y poco más.

paranoias 1

No deja de ser interesante la presencia de los actores citados en tanto en cuanto que si bién no se los podía tachar de comunistas, sus posturas abiertamente liberales les ponían en el foco del comité. Una vez más, y esta vez casi como un juego metacinematográfico que romper la cuarta pared, la tela de la pantalla y los muros del cine, se produce el efecto miedo y paranoia entre los propios integrantes del elenco y es que siempre es mejor creer que te persiguen a que se demuestre fehacientemente.

Con el fin del Maccarthysmo se podría pensar en la entrada de una nueva era, pero el sistema, pòr su propia paranoia interna, necesita gasolina para funcionar, y sobre todo para mantener sujeta a la población en un estado de ánimo miedoso-reactivo. Nada mejor pues que, lejos de buscar nuevos enemigos, si buscar nuevas metodologías más acordes con los tiempos. Lo irónico del caso es que estamos ante una forma de proceder digna de lo criticado a priori. Es un momento de doble-pensar, donde las instituciones gubernamentales, de igual manera que “El Partido” de 1984, contra más fanáticas son en su denuncia obsesiva del comunismo son las que realmente menos creen en ello realmente.

La paranoia pues adopta nuevas formas y lo obvio pasa lo metafórico.Estamos en la era nuclear y hablar ya de comunistas infiltrados con gabardina queda demodé. Qué mejor entonces que disfrazarlos con antenas extraterrestres, con invasiones más o menos obvias y con infiltraciones sutiles. En este sentido el film metaparanoico por excelencia es La invasión de los ultracuerpos (Invasion of de the Body Snatchers, Philip Kaufman, 1978). Una película que acierta de pleno en su descripción de un estado de ánimo global en la sociedad estadounidense y que genera una interesante doble lectura. Por un lado la interpretación a rajatablista de la misma que hace pensar en una sociedad (espejo de la propaganda americana al respecto) donde la individualidad queda anulada en pos de una colectivización amorfa y “feliz” y por tanto se configura como una oda antisoviética de primera magnitud. No obstante, lo interesante radica en leerla en su reverso, como si Don Siegel hubiera querido hacer un film neorrealista enmascarado de Sci-fi, que retratara de forma palmaria la paranoia existente en la sociedad del momento, la confunsión, la desconfianza. En el fondo el mundo que refleja este body snatchers no deja de ser la verisón USA de Torquemada y la inquisición española, con la denuncia del vecino, la mirada de soslayo, y finalmente la aniquilación absoluta, aunque por otra vía, de la humanidad entendida como conjunto de seres individuales con personalidad propia.

psicopatias 2

La invasión de los ultracuerpos

Time goes by y con él más paranoias colectivas. La crisis de los misiles en Cuba y la guerra nuclear, Vietnam, el terror sectario, Watergate, crisis del petroleo..como si cada época tuviera su propia ración de miedo a explotar. Pero volvamos al epicentro de todo, a esa tormenta anunciada en …

2.“Sleep well in your beds. ‘Cause if this thing comes true, there ain’t gonna be any more.”
Curtis – Take Shelter.

Curtis es un hombre dudoso, atormentado por sus visiones y pesadillas. Ve el apocalipsis acercarse, pero lo que más le turba es la forma, su inconcreción. Una tormenta de aires bíblicos que de alguna manera le convierten en una suerte de Noé contemporanéo. No en balde Take Shelter fue rodada en pequeñas localidades del estado de Ohio donde el elemento religioso en forma de cristianismo protestante y evangélico está fuertemente arraigado. Curtis actua pues como una especie de profeta maldito, un hombre cuya paranoia apocalíptica va devorando lentamente compeliéndolo no solo a salvarse él y a su familia sino de ejercer un liderazgo mesiánico en pos de la salvación global. Los símbolos son evidentes esencialmente el arca materializado en un contenedor modificado como refugio. No obstante hay una cierta subversión en todo ello, aquí los animales son vistos no como elemento a salvar sino como profetas mismos de la malignidad, lo sportadores de las malñas señales. Es el elemento humano el que hay que salvar. Por tanto sí, es la paranoia megalomaníaca transformada en vocación de servicio y al mismo tiempo como fuente de humillación, porque a pesar de todo Take Shelter ocurre aquí y ahora, y por rural y religiosa que sea la comunidad los milagros no tienen buena prensa en el imaginario colectivo. Y mucho menos cuando lo que viene no es redención sino destrucción absoluta.
El Ohio contemporáneo se parece demasiado a un mundo global asolado por otras confusiones y estados mentales alterados. Como las redes de comunicación como internet…como…

(A partir de 00:50)

(el cohete paranoia vuelve a despegar, solo que en esta ocasión es en forma de Máquina del tiempo, y trasladándonos a un imposible año 2000 rodado en 1995)

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 El tiempo en sus manos

3. «Paranoia is just reality on a finer scale»
Philo Gant – Días extraños

Las redes sociales, internet, la desconfianza hacia tu pareja o a que el gobierno intervenga y espíe tus conversaciones privadas, otra forma de control social que vuelve a más de uno totalmente paranoico. Pero en 1995 nada de esto era real, si acaso una leve intuición sobre el futuro. Un pequeño trazo dibujado en el tablero de la temporalidad que Kathryn Bigelow, como si tuviera el tiempo en sus manos, usa para viajar a un destino (ahora ya retrofuturo) cercano pero incierto. Del 95 a la noche vieja que dará entrada al año 2000. Un marco temporal repleto de miedos colectivos sobre el efecto 2000, el fin del mundo, el milenarismo, el conflicto racial y… el espionaje de todos contra todos en la tecnología reflejada en la película.

Lenny Nero vendiendo clips grabados en forma clandestina que reproducen las vidas de los grabados. Y con ello vía libre para la huida para los tabús, los placeres prohibidos y el delito. Y con ello la sensación de ser perseguido y espiado todo el tiempo. No se trata, como dice uno de los personajes, de si estás paranoico, se trata de si estás lo suficientemente paranoico para darte cuenta de las cosas. Días extraños (Strange Days, 1995) es un thriller, un neo noir si se quiere, pero que, aún sin ser certero en las nuevas tecnologías que retrata si lo es en sus efectos. Gente obsesionada, desconfiada y permanentemente enchufada a sus aparatos. Gente en defintiva que busca una huida y solución a sus anodinas existencias y encuentra a final un remedio peor que la enfermadad al condenarse a una obesisión capaz de trastornar sus códigos y difuminar realidad y ficción.

Ya lo decían Biohazard en este tema (por cierto de estética Orwellesca):

“Call me paranoid, call me what you will

I got a fucking feeling something big is going down”

Para a continuación pedir un Fuck the rules contundente. Eso esxactamente el método de la Bigelow en Días extraños, abatir la paranoia por medio de la violencia y la revolución. Se trata de subvertir la situación a base de tomar conciencia de cual es la raiz del problema de la denominación paranoide. Claro está que el estallido social queda en segundo plano detrás de la historia del antiheroe solitario y romántico, de ese Lenny Nero con su conspiranoia por la cual perdió a su amor , y por la cual consigue finalmente resolver la situación y ser el héroe. Estamos pues en este caso ante una especie de inversión de papeles con el Curtis de Take Shelter ya que aquí hablamos de un personaje fracasado, despreciado y marginado intentando salvar su culo que acaba siendo santo redentor de un posible estallido de violencia casi apocalíptica. Mientras Curtis… Curtis…

El planeta Shelter nos reclama, su centro de gravedad paranoico nos obliga a regresar y ver como un amigo de Curtis nos indica que “You’ve got a good life, Curtis. I think that’s the best compliment you can give a man; take a look at his life and say, ‘That’s good’”.

Pero eso era antes de la profecía, de los ecos paranoides resonantes en el cerebro de Curtis, antes de que perdiera el control y necesitara explicarlo a todo el mundo. Y es que en Take Shelter asistimos al proceso inverso al visto en Días extraños. Aquí el exceso de paranoia no lleva al éxito, bien al contrario deriva a un proceso de degradación social. Los compañeros, el jefe, los amigos y eventualmente devienen en hóstiles forzando a Curtis a un proceso de autoencerramiento en su propia locura. De hecho la paranoia funciona aquí a varios niveles, por un lado de profecía autocumplida en cuanto el apocalipsis global podría ser el propio derrumbamiento interno al mismo tiempo que la enfermedad deviene vírica y contagiosa. Al final quién está más paranoico, Curtis o la sociedad que le rodea viviendo en pánico constante su presencia?

Curtis se presenta pues como víctima y al mismo tiempo verdugo, es el cristo redentor y también el Yaveh furioso que advierte y al no ser escchado está dispuesto a castigar a sus congeneres si no fuera porque (la familia…investiga la familia…) quizás hay algo en su pasado que le predispone a (médico, necesitas un médico..Donnie lo necesitas) este comportamiento.¿Y por qué he oido Donnie?

Curtis cae demayado víctima de la propia presión y las pesadillas, y en su sueño alterado vuela y viaja en una espiral dimensional hacia otros mundos paranoicos, hacia otras ideas descabelladas sobre el fín del mundo, hacia otras visiones redentoras hacía…¿un tipo disfrazado de conejo?

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Donnie Darko

4. “Every living creature on Earth dies alone “

Roberta Sparrow – Donnie Darko

Donnie es un chico sonambulo, con problemas de relación con su entorno. Hasta que una noche es salvado por una voz que le lleva fuera de casa a hablar con alguien disfrazado de conejo (Curtis, ¿eres tú?) que le anuncia la llegada en breve del fin del mundo y que evita con su llamada que la casa de derrumbe literalmente encima de Donnie.

Sea sueño o realidad lo que Donnie Darko (Richard Kelly, 2001) explora es otra faceta de la paranoia como eje vertebrador de un universos propio. El bueno de Donnie tiene alucinaciones visuales y auditivas y tambien al igual que Curtis (¿Eres tú, conejo profético?) tiene una cierta idea mesiánica. Sin embargo los espacios se reducen mucho más en la galaxia Darko. Un mini-mundo tardo ochentero pasado por un tapiz irónico- lynchanio donde se mezclan fantasías y realidades. Pero donde confluye aquí la idea de la paranoia? Pues precisamente en lo difuso de las líneas entre realidad y ficción, entre la causalidad y casualidad que el propio comportamiento Darkiano nos ofrece. Es su enfermedad el que le obliga a hacer actos delicitivos? O precisamente las coinsecuencias positivas de estos actos actuan como gasolina para su mesianismo?

Gretchen: «Donnie Darko.» What the hell kind of name is that? It’s like some sort of superhero or something.

Donnie: What makes you think I’m not?

Al dejar abierta esta posibilidad y al mezclarse convenientemente con el carisma del protagonista y los toques sci-fi, Donnie Darko se presenta como el paranoico ideal que toda suegra quisiera para su hija. Al fin y al cabo, al igual que la defiinición de manual, Darko es un joven funcional en apariencia y sus actos no descubiertos nunca ponen en duda dicha condición. No obstante no hay que confundirse. Citas como la de Roberta Sparrow o su desenlace a coro lagrimal magnoliano desmienten que estemos ante una suerte de Happy Paranoid film. Más bien asisitimos a un despliegue de melancolía coming of an age trufada de causalidad implacable. De low redemption si se quiere.

Hay espectadores abandonando la sala entre lágrimas y otros ausentes lloran por no poder estar en la sala. Y con este pensamiento Curtis se despierta y entiende que al igual que Donnie su problema es médico. Y con esta idea volvemos a Ohio, al refugio, a la tormenta poderosa que ha asustado a Curtis pero que no ha significado ningún apocalípsis. Y con la decisión tomada de ver a un médico.

Porque sí, porque en Take Shelter también exploramos la posibilidad de la paranoia como algo no causado por factores externos, sino por herencia familiar. Al fin y al cabo, si cierta locura social nos puede conducir a un ciertogrado locura por que no puede causarla también un trauma o un problema que ya se viene arrrastrando de generaciones anteriores. Take Shelter presenta pues la posibilidad de la capacidad del raciocinio dentro del problema, la capacidad del individuo de superar la enfermedad sin necesidad de violines de fondo ni de escenas sentimentaloides, sino con la misma sequedad y fiuerza que se presentaba la enfermedad en pleno apogeo (Curtis, ¿estás seguro que lo tuyo es paranoia?).

Take Shelter pues se presenta en este texto como fuerza motriz, como paradigma absoluto de film investigador de la paranoia desde todos los múltiples ángulos posibles y por ello resulta tan óptimo como fuente gravitatoria por donde circulan otros films, otras perspectivas. Al fin y al cabo lo dice Curtis, «a storm is coming» y debemos estar preparados sea cual sea el resultado. ¿No? ¿NO?

Curtis: [urging] Sam.

Samantha: Okay.

 

 

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