Posibles apreciaciones sobre Breaking Bad
Del western a la tragedia clásica Por Sofía Machain
Breaking Bad. Del western a la tragedia clásica: I am the danger
En el año 1903, Edwin S. Porter dirigió una película de 12 minutos bajo el título The Great Train Robbery, siendo ese exactamente su argumento: el asalto y robo de un tren.Un siglo después y con una historia del cine generosa y madura, descubro un fantástico remake del filme de Porter. Me refiero al quinto capítulo de la quinta temporada de Breaking Bad, la serie que ha estremecido a altos, bajos, gordos y flacos. Walter White se ayuda de su fiel compañero Jesse Pinkman para arrebatarle una cantidad exagerada de metilamina a un tren de mercancías, para poder continuar con sus quehaceres en el universo de la producción de drogas.
Porter se ganó con su historia la simpatía de todos los teóricos e historiadores del cine por su importancia narrativa, así como la paternidad del género norteamericano por excelencia: el western.
Breaking Bad (izquierda) y The Great Train Robbery (derecha)
Que Breaking Bad es el western contemporáneo más reciente y sobre todo más logrado de los últimos tiempos no es decir nada nuevo. Aunque para mí, que formo parte de esos espectadores tardíos, de los que se emborrachan capítulo tras capítulo sin meses de espera entre temporada y temporada, sí es algo de lo que no me canso de hablar ahora que he llegado al fin de los finales. La presentación de Walter White en medio del desierto cargando un arma y apuntando desafiante es la abertura prototípica del héroe del lejano oeste, del cowboy. Su cuñado, el bueno de Hank, el representante de la ley, la cabeza fría y firme, el sheriff. La distribución y caracterización de los personajes, aunque compleja, sigue una línea ya gastada en los filmes del oeste. Así mismo, se cuestionan los códigos morales y se establecen límites borrosos entre el bien y el mal. La responsabilidad del padre, del esposo, del suegro, del hombre enfrentada a los impulsos apasionados de este, de donde surge el conflicto.
Le sigue el ambiente sin explorar, aparentemente virgen que revela una ciudad sin ley, dominada por bandidos. En este caso, el desierto es un infierno de arena llamado Albuquerque, que hace frontera con un territorio dominado por el cártel y la lengua hispana, en lugar de indios. Se completa la iconografía del oeste con el sombrero que construirá la imagen de Heisenberg, el vaquero audaz y osado al que todos irán temiendo y adorando.
El western es un género que ha ido cambiando, apareciendo y desapareciendo del imaginario colectivo. Con Breaking Bad la aparición es estelar y definitiva, pues se rejuvenece el género pero sin alejarse de sus rasgos característicos. Es éste el género cinematográfico más genuino de todos, que nace del mismo cine sin una influencia directa de otras expresiones como lo es la literatura para los demás géneros. El relato épico que Estados Unidos se esforzó en inventar y perfeccionar para explicar el origen de sus tierras, costumbres y tradiciones. Breaking Bad sigue esa línea de la epopeya pero la adapta a la realidad actual que padece. Capitaneando todo esto está el héroe débil que combate la fatalidad, sin retroceder, aún sabiendo que todo está hecho ya. Esta lucha contra la imposibilidad es lo que me alejade ver Breaking Bad como un mero western para verlo aún mejor como una tragedia clásica, de las de dioses y hombres.
Breaking Bad. Del western a la tragedia clásica: I am the danger
tragedia.
(Dellat.tragoedĭa, y este delgr. τραγῳδία).
1.f. Obra dramática cuya acción presenta conflictos de apariencia fatal que mueven a compasión y espanto, con el fin de purificar estas pasiones en el espectador y llevarle a considerar el enigma del destino humano, y en la cual la pugna entre libertad y necesidad termina generalmente en un desenlace funesto.
2.f. Obra dramática en la que predominan algunos de los caracteres de la tragedia.
3.f. Obra de cualquier género literario o artístico en la que predominan rasgos propios de la tragedia.
4.f. Género trágico.
5.f. Suceso de la vida real capaz de suscitar emociones trágicas.
Si en la tragedia clásica los héroes luchaban contra las leyes divinas, Walter White se enfrenta a otro factor definitivo y sobrehumano: el cáncer, de pulmón, inoperable. La soberbia lo lleva a cometer una secuencia de acciones aparentemente heroicas, pero realmente torpes y desgraciadas (las muertes más crueles, torturas y otras crueldades), para así zafarse de la desgracia, mejor, de la tragedia. No por ello es alguien despiadado e insensible, al contrario, es sensato, consciente de que el camino es una batalla perdida en la que ceder es inadmisible. Nos cuesta pensar en Walter White como el personaje vanidoso, orgulloso y arrogante y no podemos hacer más que simpatizar con su condición de condena que hará de él una criatura de excesos, el hybris: «Aquel a quien los dioses quieren destruir, primero lo vuelven loco». ¿Qué mueve a Walter White a convertirse en Heisenberg? ¿Existe una fuerza superior o es simplemente una falta de control?
El padre afable, esposo servicial, profesor ejemplar y fiel amigo que fue sale de sí mismo para retar al destino y a los dolores antes silenciados. Así la reacción de Walter al cáncer es una resistencia desmesurada, sí, y violenta, inspirada por pasiones vehementes y exageradas. El héroe trágico es testarudo y no hace caso a consejos ni responde a presiones. Nadie se le impone a Heisenberg, así sea el calor familiar que da el hogar. Se cree solo, y en su soledad y en la constancia en sus acciones se aviva su libertad y autonomía. Cada uno de los dolores que carga los asimila como condición irreversible, entiende que su dolor puede tener sentido y lo asimila desde la rebeldía, vengándose de sus amigos de facultad al final de la serie, y dede el abatimiento, viendo por última vez y de lejos a su hijo adolescente.
De esta manera se desarrolla Breaking Bad, la tragedia que Vince Gilligan creó haciendo que espectadores del mundo entero se emocionarán, se encariñaran e incluso se identificaran con un héroe inteligente a la par que perdido. Así como ocurrió en la Antigua Grecia con las obras de Eurípides o Sófocles que también movían masas en la vieja Atenas. Las peripecias en la tragedia de Walter se ganan la condescendencia del público que maravillado por el terror se ve envuelto en un sentimiento de piedad confuso. La lástima, la compasión: la catarsis. El estado catártico, para Aristóteles, llevaba al individuo a una naturaleza de conocimiento pleno. Por eso la inevitabilidad de la caída del héroe, que no se muestra como posibilidad si no como certeza. Walter White se despide como puede de todo aquello que amó o creyó a amar, de sus amigos y de sus enemigos, de Heisenberg, de él y cierra una de las historias más apasionantes de los últimos tiempos con una traca final de órdago. Se derrumba y emerge su sombra ilustre y vigorosa que ahora todos admiramos y hasta anhelamos. Walter White, Heisenberg, the cook, el cowboy temerario, el héroe trágico por definición.
Ya sabes, el origen de la literatura se encuentra en Grecia y a veces nos damos cuenta de que parece que lo que viene después tiende a imitar a los clásicos. Es cierto, imitamos, enriquecemos, pero es difícil que inventemos después de la Iliada o la Odisea.
No sólo te atreves con los largometrajes, sino también las series.
Grande, autora
Angel