Premios y tradiciones

ANNECY 2022 (VI) Por Samuel Lagunas

La lista de premios que se entregaron este año en Annecy confirma la tendencia: a pesar de la convivencia de líneas estéticas divergentes en la selección oficial, estamos ante un Festival que no corre muchos riesgos y que sigue prefiriendo mantener vigente el canon a empujar las propuestas menos convencionales. Este año el jurado principal estuvo conformado por Frédéric Maire, director de la Cinemateca suiza, Charlotte de la Gournerie, cofundadora del estudio danés Sun Creature y el aclamado Tomm Moore, director de películas como Wolfwalkers (2021) o La canción del mar (Song of the Sea, 2015). Su decisión fue otorgar el primo Cristal, el más importante del festival a la película Le petit Nicolas de Amandine Fredon y Benjamin Massoubre, este último más conocido por su trabajo como editor en Perdí mi cuerpo (J’ai perdu mon corps, Jérémy Clapin, 2019) y Pachamama (Juan Antín, 2018).

Le petit Nicolas

          Le petit Nicolas es una nueva adaptación de las populares historietas francesas del mismo nombre, creadas por René Goscinny (también responsable de Astérix y Obélix) y el dibujante Jean-Jacques Sempé en 1959. Más que una adaptación de algunos episodios, se trata de un homenaje a los creadores a partir de explorar cómo fue el surgimiento de este memorable personaje. Digo “memorable” no porque lo fuese para mí (un equivalente latinoamericano sería la Mafalda de Quino), sino porque era impresionante ver los vítores y las lágrimas que la audiencia francesa dejaba caer en las salas donde la película se proyectaba. Coescrita por la hija de Goscinny (fallecido en 1977), Le petit Nicolas nos ofrece un dibujo versátil que sabe mantenerse fiel al estilo del comic francés de los 60, pero que también logra saltar a la actualidad, con una apariencia mucho más sólida y colorida. La historia que se cuenta es lo suficientemente emotiva que es imposible mantenerse indiferentes. Dos hombres, de pasados duros y desafortunados, coinciden en una oficina para no sólo crear un personaje de historietas infantiles, sino para iniciar una entrañable e idílica amistad. Es en la representación de esa relación, mediada simbólica y tiernamente por el pequeño Nicolás, donde la película cosecha sus mejores frutos. No obstante, se trata de otro producto destinado a triunfar más por la nostalgia que provoca que por algún otro rasgo. Apostar por esta cinta llena de pasado, antes que por alguna otra para la entrega del premio Cristal puede leerse como una decisión del jurado complaciente y, sobre todo, timorata. Las “otras” que merecían la distinción no pasaron desapercibidas, pero fueron relegadas a menciones especiales o al Premio del Jurado. Me refiero especialmente a Interdit aux chienes et aux italienes de Alain Ughetto, una película que sí volvía al pasado, pero sin la empalagosa dulcificación de Le petit Nicolas, y que además conseguía transmitir una relevante reflexión sobre qué significa animar un recuerdo. Las otras dos que merecieron un reconocimiento fueron Blind Willow y Sleeping Woman de Pierre Földes (de la que ya hablé en este espacio) y My love affair with marriage (Signe Baumane), película que, sin ser brillante, desde su estilo indie neoyorquino, era la que abrazaba más decididamente una perspectiva de género, temática que en la actualidad no puede ser menospreciada.

En la sección paralela Contrechamps, donde se encuentran los proyectos menos convencionales, el premio pareció responder más al reconocimiento de una trayectoria personal, la de Koji Yamamura, que al mérito de una película. No es que Dozens of norths (Koji Yamamura, 2021) sea desastrosa, pero sí es mucho más tibia que películas como la excéntrica Quantum cowboys (Geoff Marslett, 2022) o que la conmovedora y comprometida biopic Aurora’s sunrise (Inna Sahakyan, 2022).

En la Selección de cortometrajes, donde se extendía un abanico amplísimo de posibilidades, el premio principal fue para la húngara Amok (Balázs Turai, 2022), que llama la atención por la irreverencia y psicodelia de su personaje principal, pero que narrativamente es tan clásica como un cuento de Disney. Por allí estaban propuestas mucho más arriesgadas y propositivas, como The flying sailor (2021), de las experimentadas directoras Wendy Tilby y Amanda Forbis, donde un hombre regordete contempla toda su vida antes de morir; la lúgubre Letter to a pig (Tal Kantor, 2022) que se sumerge de forma original en la memoria del Holocausto; o incluso Backflip (Nikita Diakur, 2022), que se pregunta sobre el estatuto del cuerpo en la era digital a través de la creación de un avatar del mismo director que intenta una y otra vez dar una voltereta.

En resumidas cuentas, esta entrega de premios no empuja la animación a horizontes nuevos, más bien, reitera y celebra las formas ya canonizadas. No es que con estas Le petit Nicolas, Dozens of Norths o Amok obtengamos más de lo mismo, pero casi. Si queremos encontrar películas que realmente nos incomoden como audiencias, hay que buscar, como ya es tradición, fuera de las listas.

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