Psiconautas: de la viñeta a la pantalla

Por Yago Paris

La pervivencia de un estilo

En 2006, el dibujante Alberto Vázquez publicó el cómic Psiconautas (Astiberri Ediciones), historieta que plasma un tenebroso mundo en blanco y negro, de minimalistas trazos redondeados, en el que la vida es un hilo que se esconde de los tijeretazos de la realidad. Este desolador panorama atende a las intenciones del autor de plasmar el desamparo de los pueblos del norte de España en los años ochenta, azotados por la crisis industrial y la entrada de la heroína. El artista plasma un mundo en decadencia que no concede ni un respiro a sus personajes, ya sea desde la apisonadora del destino o la mala baba de la mirada de su autor, quien a su vez es capaz de plasmar atisbos de ternura en sus maltrechos personajes.

Tras su incursión en el cine a través del mundo del cortometraje –Birdboy (2010), Sangre de unicornio (2013)-, Vázquez afrontó, en 2015, el reto de adaptar al cine su propia obra, esta vez en el formato largo. Junto a Pedro Rivero, ambos dirigieron Psiconautas, los niños olvidados, cinta de animación en la que extraen la esencia y buena parte de las acciones que tienen lugar en el cómic, pero sin conformarse con la mera reproducción en un nuevo formato. Por tanto, a la hora de comparar cómic y adaptación, cabe preguntarse cuánto hay del original en el film, y cuánto y de qué manera se ha innovado en el cambio de medio.

psiconautas

La animación

El minimalismo es la base estilística sobre la que se edifica la puesta en escena de este cómic. Viñetas pequeñas, bien separadas entre sí y normalmente enmarcadas. Dibujo en blanco y negro, sencillo, alejado del realismo pictórico, con personajes de formas redondeadas y carentes de volumen. Fondos casi vacíos, en los que sólo se dibuja lo imprescindible, trazos poco detallistas y gruesos, en los que la imperfección se manifiesta en líneas inconclusas y un voluntario feísmo. Todo en la historieta apunta hacia una reducción de las formas, en las que el trazo es el principal protagonista.

Este minimalismo formal crea una estética expresionista depresiva, que se empapa de las emociones de los seres que habitan este universo para generar ambientes de tenebrismo desolador. Un aparente toque infantil en el retrato de los personajes encierra en su interior el desolador panorama en el que estas criaturas se ven inmersas. La esencia de todo lo descrito se conserva en el paso al cine y se sobredimensiona, pero algunos aspectos formales se transforman. El trazo se dulcifica y el fotograma se llena de color, lo que dinamiza la representación e intensifica las emociones expuestas. Hay más comedia y mayores dosis de acción, por lo que la animación pasa del estatismo -y no sólo porque el cómic sean dibujos carentes de movimiento- a un cierto dinamismo, que nunca dejará de ser contemplativo e introspectivo.

La mala baba habitual en las obras de Vázquez sigue vigente y, de hecho, la cinta aprovecha las virtudes del medio, y un mayor presupuesto, para recrearse en escenas de pura crueldad, con pasajes que son dibujados de manera grotesca. En conjunto, en el traslado formal del cómic a la película se conserva intacta la esencia de la obra, como cabría esperar cuando el responsable de ambas es la misma persona, pero lo más destacable no es esto, sino el hecho de que Alberto Vázquez y Pedro Rivero sean capaces de sacarle jugo a las posibilidades de un lenguaje diferente como el cinematográfico. Por tanto, desde el punto de vista formal, Psiconautas, los niños olvidados es una obra formidable, que, basándose en la esencia de la historieta, existe como obra autónoma con personalidad propia, y en muchos aspectos supera al original.

 Psiconautas film

La historia

En lo que a la construcción del universo de Psiconautas se refiere, la gran virtud del cómic es su interés por el retrato coral existencialista, sin hilos conductores ni tramas relevantes. El foco pasa de un personaje a otro sin mayor justificación que la relación espacial, lo que da lugar a un retrato caleidoscópico de la isla de la desesperación, en la que lo único que crece es la muerte –excelente el retrato de las cruces de las tumbas como el tipo de naturaleza que germina en estos parajes. En la historia hay una permanente confrontación de los personajes con el entorno, una naturaleza que es retratada como indómito titán al que es imposible vencer. La acción transcurre en una isla, paradigma del aislamiento que refuerza la idea de imposibilidad de huir y que reafirma la idea de que luchar contra la naturaleza es una batalla que está perdida antes de iniciarse. La vida, por tanto, se convierte en un callejón sin salida habitado por la depresión y la crisis existencial.

Psiconautas

En el traslado de la historieta al cine, la construcción de la historia transita senderos más convencionales. Pedro Rivero y Alberto Vázquez, que también escriben el guión de la cinta, le aportan mayor dinamismo al relato, pues sostener una película desde la mirada existencialista, puramente reflexiva, parece complicado, especialmente si se aspira a generar un mínimo de ingresos de taquilla. Los autores de la obra optan por una versión algo más accesible e introducen una serie de subtramas que le aportan mayor agilidad a la narración, e incluso encuentran hueco para algo de luminosidad en un mundo terroríficamente oscuro. A pesar de que esta decisión está más influenciada por aspectos de producción que por motivos artísticos, los autores no desaprovechan la oportunidad de profundizar en la reflexión y expanden el universo hasta casi convertirlo en otro distinto.

Como ya se ha comentado, el cómic fue publicado en 2006, mientras que el film es de 2015. Entremedias, España ha sufrido otra gran crisis económica, y esto parece quedar reflejado en los cambios que se han introducido con respecto al original, que a todas luces no parecen casuales. Partiendo de la idea inicial de catástrofe industrial y consecuencias sobre la sociedad de esta isla que se proponía en el cómic, la película parece establecer un paralelismo entre esta explosión y el pinchazo de la burbuja inmobiliaria. Al incidir sobre este evento, la cinta retrata a una juventud sin futuro –los personajes principales son todos adolescentes- que ha tenido que asumir los errores de sus padres, que desde la inconsciencia los han conducido hasta esta situación y que en el momento en el que transcurre la historia son una carga para sus hijos. La adición de subtramas que tienen lugar en el vertedero del pueblo, junto con todo el clímax de la historia, acercan a la cinta a una postura política, a través de la que tratar las diferencias de clase dentro de una sociedad en la que todos sus integrantes han perdido calidad de vida.

Psiconautas

Por tanto, al igual que en el plan de la animación, la película conserva la esencia del original a la vez que es capaz de desarrollar nuevos planteamientos, con los que aprovechar los recursos del lenguaje cinematográfico y ganar autonomía como obra. Sin embargo, la gran damnificada es la estructura narrativa, pues, debido a las imposiciones de la producción cinematográfica, la duración del relato se estira hasta convertirlo en un largometraje, y para ello se rellenan ciertos huecos de la historia que funcionan mejor al permanecer ocultos, como así ocurre en el cómic. A pesar de que la historia de Psiconautas, los niños perdidos sea más convencional que la que se narraba en la historieta, esto no le impide aportar ideas estimulantes y desarrollar elementos de fondo y así explorarlos con mayor minuciosidad.

Las diferencias entre la película y el cómic, lejos de restar, enriquecen el retrato del universo Psiconautas, que entremedias de ambas producciones contó con la realización del cortometraje Birdboy (2010). A este respecto, la gran diferencia entre el corto y el largo está en las posibilidades de sus respectivas animaciones. Mientras el cortometraje se resiente de sus carencias presupuestarias -animación en flash-, el largometraje es capaz de desarrollar con solvencia su propuesta formal hasta cotas de excelencia. En conjunto, el universo Psiconautas pervive en sus múltiples formas y coloca a su máximo responsable, Alberto Vázquez, como un talento al que seguir de cerca. El gallego demuestra solvencia tanto en su versión más minimalista, la del cómic, como en su versión más expresiva, la de un film que, desde un diseño de personajes de desbordante imaginación, un minucioso trazo capaz de captar múltiples emociones y un fascinante diseño de escenarios, revela a su autor como una de las voces más estimulantes del panorama de la animación.

 

Share this:
Share this page via Email Share this page via Stumble Upon Share this page via Digg this Share this page via Facebook Share this page via Twitter

Comenta este artículo

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

You may use these HTML tags and attributes: <a href="" title=""> <abbr title=""> <acronym title=""> <b> <blockquote cite=""> <cite> <code> <del datetime=""> <em> <i> <q cite=""> <s> <strike> <strong>