Psicopatías Sexuales (II): Femeninas

El cuerpo del patriarcado Por Paula López Montero

Siendo, a propósito, esta la segunda parte de un análisis dedicado a las psicopatías sexuales y este el artículo relacionado a la femineidad, he de explicar primeramente ese “a propósito” para dar un sentido a tal división. Mi intención al abordar este tema era, claro está, el hablar quizá de las dos perversiones de la sexualidad más conocidas: la ninfomanía, y el sadomasoquismo. Reflexionando sobre el tema era imposible no hablar de la mujer en primer lugar, y haciendo alarde de las lecturas que con rigurosa cautela me tomo últimamente sobre Lacan y Zizek, pensé en la frase “Cuanto menos podemos identificar la ideología, más presos estamos de ella”. Era, y es, obvio que la ninfomanía ocupa últimamente más tiempo en la pantalla. Póngase si no como ejemplo los dos volúmenes de Nymphomaniac  de Lars Von Trier (2013) y la estela que deja muchas otras como Diario de una ninfómana (Christian Molina, 2008), Joven y bonita (Jeune et Jolie, François Ozon, 2013), Belle de Jour (Luis Buñuel, 1967), etc..

Y entonces pensé, ¿por qué tan poca voz para las adicciones sexuales masculinas (a lo que alguno pensará: el sexo en el hombre es algo instintivo), y, entonces, ¿la mujer? Es entonces cuando calló el peso del sistema patriarcal y lo esclareció todo. Decidí entonces hablar en primer lugar de las psicopatías sexuales masculinas, dando quizá más peso a la reflexión de tal análisis. Llegue al punto de Shame (Steve McQueen, 2011), y empecé a tomar con otro sentido la cárcel ideológica a la que también se venían sumando los títulos de La naranja mecánica (A Clockwork Orange, Standley Kubrick, 1971) o The Master (Paul Thomas Anderson, 2012). Y por tanto, con otra estructura argumentativa decidí escribir estas dos partes.

Apuntando a los dos subtítulos, la diferencia que hace el cinematógrafo del perfil del exceso es: por un lado el personaje borderline masculino (mucho mejor parado, incluso admirado por el culto cinéfilo, a medio camino entre el dandismo y la extravagancia) y la ninfomanía femenina (ejercicio que todavía sigue generando perturbación y sobretodo, distancia).

1. Modernidad y patriarcado (La pianista y Cisne negro)

Cuando hablábamos en el caso masculino de Modernidad y crisis del sujeto (apuntes referidos también a la desmitificación que hace Foucault sobre el sujeto en sí), fácil era entender la quiebra de significado que como consecuencia devenía en la falta de referencia y valores que caracterizaban no sólo al psicópata sino al sujeto posmoderno. Pero en el caso femenino, la cadena causa-consecuencia de los últimos acontecimientos históricos, como las guerras mundiales o la caída de los valores tradicionales, afectaban de muy diferente forma a la mujer.

Quizá resulte de importancia remontarse a la apertura de voz de la mujer a través de la literatura. Son los casos de Sylvia Plath, Virginia Woolf, Anne Sexton, Elfriede Jelinek, Herta Müller o la más contemporánea Angelica Liddel. ¿Cuál era el factor común entre ellas? El caso de Woolf (la más mayor de ellas) es el más evidente: el peso de la tragedia y la Historia, el patriarcado, y las guerras acabó deviniendo en sus grandes obras literarias, pero también en su suicidio. Son los casos también de Sylvia Plath y Anne Sexton.

Tomo el ejemplo de la literatura por ser el más visible de todos, y por el que puedo empezar a formar una línea argumental. Si hablamos de cine es más difícil por que son relatos sobre mujeres hechos por hombres. Así Laura Mulvey apuntaba “la mirada se convierte en el medio de diferenciación sexual (…) el cine permite a los espectadores masculinos identificarse con la mirada dominadora de la cámara acentuando aún más el dominio sobre la mujer como objeto (…) el espectador masculino proyecta su fantasía sobre la figura de la mujer, la cual se idealiza e inmoviliza” 1. De esta forma, voy a citar dos ejemplos que creo que tienen un buen acercamiento y tratamiento sobre esta cuestión, pero desde la mirada masculina del director: La pianista (La pianiste, Michael Haneke, 2001), y Cisne negro (Black Swan, Darren Aronofsky, 2010).

La pianiste

La pianista

La psicopatía en la mujer es más difícil de argumentar, en el caso de La pianista, su trastorno sexual y su mala adaptación a un comportamiento “normal”, viene de una clara represión y de, paradójicamente, un excesivo seguimiento de las leyes patriarcales que instauran el sistema. Es esa represión la que le hace incapaz de sentir placer, y llevarla a una vorágine autodestructiva, de difícil salida. Caso parecido el de Cisne negro (música de conservatorio y ballet, no olvidemos que han sido los grandes géneros clásicos), reprimida en su caso por su madre, deviniendo en un trastorno bipolar que acabará de la misma forma que la anterior película y como aquellas escritoras citadas, que en la vida real decidieron poner punto y final a tanta tragedia.

Sería fácil entonces encontrar un componente de histeria en estos dos casos, y en muchos extrapolables en el celuloide. Para mi gusto la histeria es ese limbo donde se encuentra la pregunta por la esencia de la mujer, y que a modo de control se le ha dado una explicación sacada de la insatisfacción sexual. Así me refiero a Zizek 2 cuando dice que la histeria es el modo en que cuestionamos nuestra identidad social simbólica: es una interrogación dirigida a la autoridad que define mi identidad, ¿por qué soy lo que tú dices que soy? Pero dejo todo esto para el artículo del presente monográfico referido a ello.

Por cierto el esloveno apuntaba también que el pervertido no tiene dudas a cerca de su identidad mientras que la histeria es la duda misma.

2. El caso de Lars Von Trier

Más son los vacíos que deja Von Trier, encubiertos de ese exceso de referencias matemáticas, filosóficas y artísticas que las preguntas que resuelve, pero en definitiva, la pregunta sobre la mujer sigue abierta. Pueda o no acercarse a la esencia femenina, algunos se postulan como el gran recolector de la psique de la mujer, y otros argumentan que nada tiene que ver. Aquí jugamos también con ese vacío que deja el director, porque llenarlo todo de significado en definitiva es controlarlo, manipularlo (al modo que quería la Ilustración y que no hizo ningún favor). Por lo que una mujer, es una mujer, (Une femme est une femme, Godard) y las películas de Von Trier las tomamos aquí como unidad narrativa cerrada y no extrapolable (por cierto como toda intención de este análisis).

Nymphomaniac

Lo que sí, y es innegable, es que Von Trier rebusca en los pasadizos del subconsciente, y que toda intención de abordar su filmografía requiere de psicoanálisis. Bien, en 1975, Lacan dice que “una mujer es un síntoma”. Y, más precisamente, una mujer es un síntoma del hombre, en el sentido de que sólo puede entrar en la economía simbólica de los hombres como un objeto fantasmático, causa del deseo de ellos. Según Lacan no existe una esencia de la femineidad y ésta de todas formas no estriba en la castración. Tampoco existe una identidad femenina en el sentido de un universal de la mujer, como existe un «universal» del varón y a esto se refiere cuando afirma que «La Mujer no existe». Es en esa ambivalencia de sentido en la que nos movemos. Nymphomaniac es una historia de iniciación de la sexualidad, que nos cuenta en sus dos volúmenes la degeneración de Joe y que conforma la llamada Trilogía de la depresión junto con Anticristo (Antichrist, 2009) y Melancolía (Melancholia, 2011). Pongo en común las tres porque en ese intento de acercamiento hacia la mujer (representada a medio camino entre la depresión, la histeria y la psicopatía) se encuentran elementos como la naturaleza (representada en el bosque) que actúa como símbolo del caos y belleza de la mujer. Y es en ese caos donde la mujer en su fractura depresiva encuentra en el sexo un instrumento de placer inmediato. Freud decía: “La necesidad erótica pierde considerable valor psíquico en cuanto se le hace fácil y cómoda la satisfacción. Para que la libido alcance un alto grado es necesario oponerle obstáculo y siempre que las resistencias naturales opuestas a la satisfacción han resultado insuficientes, han creado los hombres otros para que el amor constituyera verdaderamente un goce” 3.

3. Los casos Stockholm y Magical Girl.

He querido poner por separado dos películas que para mi gusto dicen más de lo que la crítica ha visto y les ha dado voz. Hablar por supuesto de psicopatía sexual femenina, resulta complicado, y siempre, escaso. Es en esa falta de explicación por la esencia femenina, donde recae el relato de Magical Girl (Carlos Vermut, 2014), donde la pieza que falta del puzzle, y la incertidumbre y falta final de referencias donde anclar un análisis exhaustivo del relato, es quizá el vacío fundamental que reclama la Posmodernidad. No todo tiene explicación, y sin duda algún, el darle un sentido a la mujer bajo el patriarcado, no ha sido más que un control sobre la naturaleza misma, una naturaleza caótica y bella a la vez. Y si no, que algún genio venga a explicar, durante la historia del arte, el origen del éxtasis mismo.

Magical Girl

Magical Girl, en definitiva, y dentro de ese reflejo de esencia española, hay un agujero que habla de la mujer, bajo el síntoma del patriarcado. En el caso de Stockholm (Rodrigo Sorogoyen, 2013), la premisa de donde parte el papel femenino, es la misma: la alteración psíquica femenina (no sabiendo, en ningún momento las causas). Stockholm, en alusión al síndrome, para mi gusto, contiene una gran moraleja, y es, ¿por qué la mujer tiene que jugar con las reglas del hombre? Y en ese caso ¿por qué esa distorsión?

En ambos filmes vemos como la mujer, en su deriva identitaria, o en ese vacío a medio camino entre la histeria y el problema psíquico real, es controlada por en definitiva hombre que sustentan el sistema patriarcal. En el caso de Magical Girl, me resulta hasta más paradójico, porque es el marido psiquiatra (atención a la profesión que no es baladí), el que ejerce ese control sobre la mujer, independientemente de que ella luego sea presa del juego patriarcal-sadomasoquista que la lleva a donde la lleva. El querer saber más, entre los huecos, que dejan ambos films en cuanto a la mujer se refiere, es en definitiva la pregunta inexplicable a cerca de la esencia femenina. Y gracias a este replanteamiento y cuestionamiento del discurso patriarcal en ambos films, junto a trayectorias como las de Luis Buñuel, o Pedro Almodóvar, nos hace acercarnos más a esa deconstrucción de las férreas leyes que han controlado a la mujer a lo largo de la historia.

  1. Mulvey, Laura (1989) Visual Pleasure and the Narrative Cinema. In Visual and Other Pleasures: Theories of Representation and Difference. Indianapolis: Indiana University Press
  2. Zizek, Slavoj, The pervest’s guide to Ideology. 2012.
  3. Freud, Sigmund, “On the Universal Tendency to debasement in the sphere of love” (1912), en James Strachey (ed).
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