Rúnar Rúnarsson, director de Sparrows
Por Mireia Mullor
Ganadora de la Concha de Oro en la pasada edición del Festival de San Sebastián, Sparrows (2015) se estrena esta semana en España. Ha tardado casi un año en llegar a las pantallas de nuestro país tras llevarse el gran premio del certamen, pero su amplio reconocimiento internacional le han abierto muchas puertas fuera del pequeño país de Islandia. Justamente de allí están apareciendo en nuestro campo de visión grandes títulos, que nos hacen pensar que esta nueva generación de cineastas islandeses tienen aún mucho que decir.
“Como nuestro equipo de fútbol, estamos midiendo nuestras posibilidades”, asegura en broma el director del film, Rúnar Rúnarsson, con el que hemos hablado no sólo de este auge islandés – representado por películas como Rams, el valle de los carneros (Hrútar, Grímur Hákonarson, 2015) o De caballos y hombres (Hross í oss, Benedikt Erlingsson, 2013)- sino también de las muchas capas que esconde Sparrows, de sus contrastes y sus sensibilidades.
¿Por qué te interesaste por la adolescencia?
Me encanta la idea de tener a mis personajes principales en un momento de encrucijada en sus vidas. En la vida de todo el mundo, ese momento es, por excelencia, la adolescencia. Pero eso sólo es una parte de la historia, en realidad. Sí, todas las otras historias paralelas confluyen en esa idea de transición vital, pero al final Sparrows es la historia sobre la relación entre un padre y un hijo, y también una historia sobre el amor, el perdón y la integración. He tratado de aportar una mirada sobre ese momento turbulento de la vida, que es también un momento muy interesante en el que reflexionar sobre la sociedad. Lo es para mí como autor, así que espero que también lo sea para el público al que me dirijo.
¿En qué sentido es una reflexión social?
En todos los sentidos. Por ejemplo, en el hecho de que la manera en que se definen los papeles masculinos marca profundamente a la propia sociedad. Es decir, cómo los personajes se definen a sí mismos en su entorno es un motivo de reflexión social en la película. Somos nuestro entorno.
Aun con estos temas sobre la mesa, la adolescencia sigue siendo un tema capital. Me ha resultado curioso el título sudamericano de la película, Despegando a la vida. ¿Está de acuerdo con esta interpretación?
No me pidieron mi opinión (ríe). A veces es difícil para mí también percibir el sentido poético de una frase o expresión en lenguas que no hablo. En Francia y Dinamarca se ha decidido distribuir la película con el título en inglés. En Noruega, por ejemplo, se ha traducido como Aves pequeñas. Es bueno que lo cambien si piensan que en su lengua no adoptará el sentido que tiene en el original. Sí que es cierto que si buscas en Google Sparrows la encontrarás en seguida, porque ha ganado la Concha de Oro en San Sebastián y otros 19 premios internacionales. Pero si buscamos Despegando a la vida, como se ha traducido en Sudamérica, hay muchísima menos información. El caso es que tenemos que confiar en los distribuidores para que tomen la decisión adecuada. Ellos conocen su mercado, y tengo que confiar en que tomen la decisión correcta. Yo sería incapaz de hacerlo.
Sparrows, como apuntas, es el que más se ha mantenido. ¿Qué significa en realidad? Has comentado que tenía un toque poético.
Es, en primera instancia, una metáfora del personaje principal. El gorrión es un animal pequeño, bonito y canta muy bien, como el protagonista. Pero, si te fijas, el título está en plural, por lo que en realidad me estoy refiriendo a todos los personajes de la película. Entonces busqué en Google, y vi que en todas las religiones el gorrión es un pájaro que se utiliza como metáfora de la fragilidad y la transición. Me pareció perfecto en este sentido.
¿Por qué decidió añadir el valor del canto para el protagonista? Sin duda, da alguna de las escenas más bonitas de la película.
De hecho, fue el impulso inicial del proyecto. Quería trabajar con mi compositor de toda la vida, pero en una etapa anterior a la creación del guion, para poder integrar así la música desde el mismo principio. Además, siempre me ha fascinado la música coral.
Aparte de la música, a este ambiente tan preciosista se añade el imponente paisaje de Islandia. Es casi un personaje más.
Dentro de cada fotograma, todo debería tener un significado. La gente puede verlo y darse cuenta o no, pero debe tener un sentido. Utilizamos una montaña porque tiene una función especial en el plano. A veces son unas barreras físicas del lugar en el que se encuentra el personaje y que le impiden avanzar, a veces es para dar un sentido de lo que es el ser humano y dónde nos ha colocado Dios respecto a la enormidad de las montañas, y otras veces representa todo lo que está en contra del personaje. Por ejemplo, la primera vez que vemos las montañas en la película es con el avión. El avión se acerca al horizonte, y aunque todos sabemos lo grande que es un avión, parece minúsculo en comparación con las montañas. También hay contrastes dentro de la propia montaña. Hay zonas verdes y suaves, y después tienes zonas muy negras y peligrosas. Ese contraste entre la dureza y la suavidad es algo que se ve a lo largo de toda la película.
Totalmente. De hecho, toda la belleza de la imagen contrasta, como dices, con escenas muy duras dentro de la trama. ¿Cómo encajar estas dos visiones?
Intento no hablar de las escenas duras y hacer demasiado spoilers, porque estropea la historia. Pero así en general, igual que hay secuencias de belleza, hay secuencias muy duras. La oscuridad no existiría sin una luz muy brillante, así que son dos conceptos que van unidos, aunque la película es más un canto a la belleza que a la fealdad. Hay ambas cosas, hay momentos de luz y momentos de oscuridad, pero intento moverme en la escala de grises. Intento lograr un sentido de cierto realismo que sólo se encuentra en este punto medio, no sólo en los hechos sino también la imagen. Es lo que podemos definir como realismo poético, que tiene mucho que ver con el tipo de escenificación que utilizamos. El cine consiste en narrativas, y la más obvia y la más práctica en el cine moderno es la historia, el guion. Las otras formas narrativas son la imagen y el sonido, y eso es lo que hemos intentado conseguir: historias diferentes a través de los tres elementos.
No nos suele llegar mucho cine islandés, pero últimamente sí que ha habido ejemplos bastante notables y con reconocimiento internacional: Rams, el valle de los carneros, De caballos y hombres y ahora la tuya. ¿Coincide esta trascendencia internacional con la calidad de las películas que se están haciendo en estos años en Islandia?
Para empezar, estoy muy orgulloso de todas esas películas que has mencionado. Los directores de esas películas son grandes amigos y todos nos ayudamos en nuestros proyectos. En Islandia no producimos mucho cine. Igual que nuestro equipo de fútbol, estamos empezando a medir nuestras posibilidades. Pero igual ahí está la clave, en que seamos un país pequeño y que nos ayudemos tanto. Somos una nueva generación de cineastas que nos dimos cuenta de que el mercado es tan pequeño que no podemos sobrevivir haciendo cine sólo para el público doméstico. Pero no nos condicionan los elementos de marketing. Lo que nos mueven son esas grandes voces individuales que has mencionado. Quizás destaquemos precisamente por esas voces autorales tan importantes en la sociedad moderna.