Safety not guaranteed y Robo-G

Por Manu Argüelles

Safety not guaranteed  (EUA, 2012). Director: Colin Trevorrow. Sección Oficial Competición

Las feelgood movies. Una norteamerica, Safety Not Guaranteed. Otra japonesa, Robo-G. Ambas lo son. De hecho, dado que las programan seguidas en la mañana del lunes permiten que las relacionemos fácilmente, porque las dos trabajan sobre el mismo tono de film fácil y accesible para un público familiar. En esta pareja los personajes viven de la mentira, delineada como la ilusión, ese motor que regula nuestras vidas y que nos hace tirar para adelante. El convencimiento, la creencia en ella, es lo que nos salva de cualquier juicio moral. Digamos que la fina línea entre el bien y el mal admite excepciones. Se fundan en torno al engaño y el consecuente desenmascaramiento, una falta menor porque lo que impera es la buena intención. Films que carecen de villanos y de gente desagradable. Todos tienen sus razones, todo el mundo es bueno. Cínicos, pesimistas y escépticos del mundo, aléjense si no quieren sufrir retorcijones ante tanta bondad y complacencia.

Sitges también las programa y las incluye dentro de la Sección Oficial. Para ampliar el espectro de la oferta y llegar a un público más amplio. De esta manera, el abultado catálogo busca no solo circunscribirse al fandom especializado o al cinéfilo con las pupilas quemadas de ver tanto cine. Cabría preguntarse si esta ramificación desdibuja la identidad del certamen cuando quiere apuntar a tantas direcciones que acaban casi por contradecirse.

Si American Mary, Maniac y Excision son la noche oscura con sus torturados y cavernosos secretos, Safety Not Guaranteed y Robo-G son el día puro y cristalino, el día más blanco y pulido. También son películas de bajo perfil en cuanto al fantástico se refiere. Safety Not Guaranteed resulta complicado justificarla dentro de la Sección Oficial si no entendemos el género de forma laxa. La premisa fantástica, el viaje en el tiempo en un anuncio de periódico, recuerda casi de forma muy subrepticia al tratamiento de Take Shelter, aunque ya quisiera Colin Trevorrow atesorar la potencia del film de Jeff Nichols. Entre otras cosas porque la ligera ambigüedad que pesa sobre el personaje de Mark Duplass (¿realmente está loco o es cierto que hará la máquina del tiempo?) está cómodamente resuelta en su conclusión final. Nada que ver con la maestría de Nichols. Todos tranquilos al finalizar y el cine seguirá alimentando su capacidad de ensoñación. No salgamos haciéndonos preguntas. Aunque, lo cierto, es que no es un punto nodal del film, a pesar de que se disfrace de ello. Porque el guión está escrito con cartabón en su absoluta previsibilidad. A nadie engaña. Estamos ante la enésima comedia romántica suavecita con marca Sundance.

Safety Not Guaranteed

Al salir de la proyección escucho como dos se comentan entre sí: Esta es una película para gente que no folla. No me atrevo a tanto, pero sí que los personajes del film son así. Es lo que sucede cuando el nerd entra en el mainstream. Se domestica, se higieniza y la excentricidad queda como un apunte pintoresco, algo gráfico y superficial, pero no hay ni rastro de tratamientos identitarios o de un trabajo de la compleja situación de excepcionalidad en un mundo uniformado.

Lo que comprobamos en Safety Not Guaranteed es lo que tristemente observamos en la evolución de una serie como The Big Bang Theory (2007-), la deriva hacia el acomodamiento y el raspado de la diferencia, la anulación de la idiosincrasia freaky. El personaje de Arnau podría ser amigo de ellos y con él quedan claras las resonancias liofilizadas que se despiertan. Producida por los hermanos Duplass, también advierte de los peligros que acechan al mumblecore, en cuanto cruce la línea y quede absorbido por la franquicia de Sundance. Eso es lo que le diferencia notablemente de otro film, éste sí netamente mumblecore, donde los personajes en clave humorística también ejercen de detectives aficionados, Cold weather. Es mi mayor escollo con este film, su factura de plato precocinado, que no respira, sino que simula hacerlo. El director nos comentó en su presentación que él antes también era freaky. Ese el problema. El adverbio. Porque el espíritu es otro, el de las feelgood movies.

Robo G

Robo-G (Robo Jî, Japón, 2012). Director: Shinobu Yaguchi . Sección Oficial Competición

¿Saben cuando conocen a alguien que sabes objetivamente que es buena persona pero que no puedes evitar que te cargue? ¿Cuándo te sientes mala persona por la serie de sentimientos de aversión que te despierta? Pues eso es lo que me sucede con Safety Not Guaranteed. Robo-G, en cambio, aunque también es ingenua e inofensiva, no acaba por provocar ninguna reacción de hostilidad. Quizás porque esos nerds nipones que tratan de salvar su pellejo a través de un fraude, o esa otaku un poco histérica, acaban resultando más auténticos y menos pre-diseñados que los de Colin Trevorrow. En largometrajes tan planos y unidimensionales como estos dos, apuntan su fortaleza en los personajes y en el contrato que el espectador contraerá con ellos. El anciano que se disfraza de robot, los tres chicos de Aplicaciones Kimura, los últimos monos de la empresa a los que el encargo de hacer un robot se les va de las manos cuando el falso robot gana popularidad, o la chica que mantiene una relación obsesiva con ellos desde que el supuesto bípedo artificial le salvó la vida, acaban resultando enternecedores. Y esa es la baza que juega el film cuando aborda la fascinación de los nipones por la robótica desde un tono distendido amable, humilde y minúsculo. Hay, eso sí, leves trazos sociológicos, especialmente reflejados en la descripción del anciano (el hombre improductivo no es nadie en una sociedad como la japonesa). No obstante, al finalizar el film, a uno de la da la sensación que acaba de ver un film de relleno dentro de la Sección Oficial. Agradable pero inocuo, que rápidamente olvidaremos en la memoria, aunque nos acordemos de la inmediata simpatía que nos producían los personajes.

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