Sipo Phantasma
Naufragios Por Manu Argüelles
No suelen abundar los documentales sobre cine que deseen romper su formato encorsetado y excesivamente parametrizado. No obstante, por fortuna, siempre hay realizadores que buscan alejarse de las directrices mayoritarias y convierten su film en un objeto de fetichización (respecto al cine, claro) que funda sus raíces en el documental ensayístico (no tanto como transgresión de lo dictado sino como reclamo de un espacio de libertad expresiva) y que se despliega a través de una óptica rabiosamente personal. Podemos encontrar ejemplos con Thom Andersen y su The Thoughts That Once We Had (2015) o Beyond Clueless (Charlie Lyne , 2014), sin olvidarnos de la serie que todos tenemos en mente, la de Godard y su Histoire[s] du cinéma (1988). Son documentales que anteponen la reflexión a la divulgación.
Koldo Almandoz con Sipo Phantasma busca inscribirse en dicha corriente. Y para ello, dado que se articula en torno a la fantasmagoría y el misterio – en su caso no desdeña lo informativo y casi que podríamos decir que el uso didáctico- pero todo se orquesta como un descubrimiento progresivo de cara al espectador. Asimismo, las intenciones del director (un tratado romántico en torno al film Nosferatu de Murnau y todo aquello que lo rodea como objeto de culto) también se muestran esquivas en su inicio para irse clarificando a medida que transcurre el largometraje. Porque en ese fetiche en el que se convierte el cine y la literatura como fuente de lo esotérico y de lo oculto, de aquello que se entreteje entre telas brumosas, Sipo Phantasma trabaja sobre la leyenda otorgando la misma condición de materia fantástica tanto aquello que es real como lo que es ficción.
La estructura en torno a capítulos sesga toda intención de trazar una narración cohesionada, -el fragmento recobrado suele ser una sustancia recurrente en el documental no convencional- pero la sucesión de narraciones que se van desenrollando crean una textura ingrávida, cierta aureola que remite al storytelling, a las historias contadas en torno a una hoguera y, por supuesto, apunta de pleno al profundo romanticismo, lo sublime kantiano hecho celuloide, que impregna todos los poros de la película de Murnau. Paradójicamente o no tanto, se busca una sensación de flotar, de perder peso en un hilado de mini relatos en torno a hundimientos de barcos, incógnitas y contacto inquietante con lo sobrenatural. Koldo Almandoz consigue cierta impresión hipnótica a partir de las múltiples evocaciones que trata de fraguar, de ahí que algunas imágenes que se insertan como unidades autónomas se cargan de significación para reforzar dicho fin, pero Sipo Phantasma se rige por lo híbrido y el contraste.
Lo hibrido ya que hace convivir por la fuerza en el seno del largometraje imágenes documentales del presente, centradas en un barco que hará un crucero de ocio, junto con imágenes de archivo que remiten a Murnau, su película y a la viuda de Bram Stoker, enemiga que casi destruye Nosferatu, de la misma manera que ambos registros, el del presente y el del pasado en su espacio de convivencia se convierten en enemigos porque chocan entre sí en su enunciación.
Y contraste entre lo oral y lo escrito, lo que alude a aquello pretérito lejano, el ingrediente discursivo de la no-ficción, con aquello que se crea expresamente para Sipo Phantasma, un registro aparentemente neutro del crucero que ya hemos comentado. Aquí Sipo Phantasma se acerca a Sueñan los androides (2014), donde Koldo Almandoz hace lo mismo con las imágenes de ese viaje marítimo que lo que hacía Ion de Sosa con Benidorm. Ese barco como símbolo de la decadencia y la expresión de lo ortera y kistch en el capitalismo tardío y/o neocapitalismo, que viene a ser como una locución sin palabras de lo degradado en frontal ruptura con una fabulación novelesca que llora por lo perdido y que fantasea en torno a la catástrofe. Naufragios del pasado tallados en el mito con naufragios morales del presente.