Straight Outta Compton
Gangsta Rap para las sobremesas de Antena 3 Por Enrique Campos
El biopic, ese género tan agradecido que permite a guionistas y directores evitarse noches toledanas de café, anfetaminas y brainstorming. Si el personaje a inmortalizar ya es inmortal de antemano, miel sobre hojuelas; basta con unir cuidadosamente (o no) la línea de puntos, contratar a un director de arte solvente y actores que den bien el pego. El biopic musical es más agradecido aún. Están las canciones para llenar el hueco, y la épica del éxito o del fracaso. Con suerte, y en Straight Outta Compton la hay, nos llevamos el lote completo. El rap rabioso del gueto, el ascenso al olimpo de Ice Cube y del todopoderoso Dr. Dre, y el “más dura será la caída” de Eazy E.
Otro biopic es posible, sí, el que abraza un concepto y no una entrada de la Wikipedia. La personalidad por encima del personaje y no una sucesión de efemérides. Más psicología que “corazón, corazón”. Pero si el biopic, tanto el bueno como el malo, tiene sus reglas, también las tiene la crítica, la buena y la mala. Aquí vestiría mucho una retahíla de títulos buenos, malos y mediopensionistas. En su lugar, el abajo firmante elige no abrumar con su erudición y tirar del refranero castizo: a buen entendedor, pocas palabras bastan. Y quien no lo entienda puede desfilar con alegría hacia la sala de cine. Pasará un buen rato con Straight Outta Compton.
Ajustando cuentas con el pasado
F. Gary Gray llega 25 años tarde para narrar las vicisitudes del día a día en Compton, territorio comanche. De esto ya se encargó John Singleton en 1991, ya eligió entonces el título de un tema de N.W.A. para su película (Los chicos del barrio, Boyz n tha Hood) e incluso reclutó al propio Ice Cube para hacer más o menos de sí mismo. Spike Lee ha contado esa misma historia desde todos los ángulos posibles y alguno imposible. La cuestión racial es una problemática aún latente, pero ya no toca hablar de los tiroteos de los 80 ni de Rodney King; los telediarios de 2015, pongan uno cualquiera, dan argumentos de sobra para nuevas historias. Y aunque tocara hablar de ello, en un ejercicio de nostalgia, con afán completista, Gray profundiza en el asunto con la sutileza de un martillo neumático. No “completa” nada. Se refugia en los lugares comunes como un viejo zorro y le roba a otro viejo zorro como él, Oliver Stone, aquella secuencia de The Doors (1991) que recreaba el estado policial creado alrededor de las salidas de tono de Jim Morrison. Cambien a Jimbo, Manzarek, Densmore y Krieger por los “negratas con actitud” recitando el “Fuck the police” para (previsible) cabreo de los hombres de uniforme.
La realidad es que Gray no tiene mucho tiempo que perder; dos horas, décadas de enfrentamientos entre policía y chavales negros, Cube, Dre, Eazy E (y compañía). Ahí va otro refrán: quien mucho abarca poco aprieta.
Straight Outta Compton no deja de ser una versión extendida de aquel videoclip que comenzaba con el mismo aviso a navegantes que el film: “You are now about to witness the strength of street knowledge”.Estás a punto de contemplar el poder de la sabiduría callejera… Pero el vídeo daba mucho más miedo. ¿Por qué? Quizá porque los productores ejecutivos, Dre y Cube, están lavando trapos sucios en público, en concreto los episodios de la reconciliación con Eazy E en su lecho de muerte. Ahora son padres de familia, multimillonarios, bastiones de su comunidad. Unos benditos. Hicimos lo que teníamos que hacer. ¿Romper el contrato con Eazy a hostia limpia? Era nuestro amigo, pero… Hicimos lo que teníamos que hacer.
Dinero bien utilizado
Algo meritorio sale de la chequera de los padres del gangsta-rap; proveen con los medios necesarios para que la dramatización sea perfecta. La ambientación no repara en gastos. Tampoco el casting. Sus dobles, porque son auténticos dobles, bordan la imitación, aunque según James Lipton, eterno presentador de Inside the Actors Studio, imitar no sea actuar. Con esos lujosos mimbres Straight Outta Compton evita al menos descender al inframundo: el biopic de cartón-piedra, el de Puigcorbé lleno de orgullo y satisfacción, el de Amaia Salamanca encarnando a una Letizia sin zeta.
Quedan las canciones, esas sí, sin adulterar. El poderío de “Straight Outta Compton”, “Fuck the Police”, “Express Yourself” bien vale siete salvas de UZI al aire. Las mismas canciones que se pueden escuchar en los mejores 25 documentales sobre hip hop si uno quiere saber de la misa la media. Si no, para una buena charla de barra de bar con lo que F. Gary Gray nos pone por delante hay de sobra.