Test (2013)
LesgaiCineMad 2014 Día 1 (Inauguración) Por Jose Cabello
No creo que el presidente Bush esté haciendo nada absoluto contra el sida. De hecho, no estoy segura de que sepa cómo se escribe SIDA
El americano Cris Mason Johnson, con su segunda película, Test, fue el elegido para abrir la decimonovena edición del festival LesGaiCineMad. Como ya adelantamos en la previa, este año la temática predominante versaría entre dos cuestiones. Por un lado, la recuperación de la enfermedad VIH/SIDA en el cine de temática LGTB. Por otro, la focalización en los países donde se pena de muerte, o es muy castigado, practicar la homosexualidad o transexualidad. De ahí los ciclos programados para el apoyo a la visibilidad en el continente africano. Durante la gala de apertura, se reincidió sobre la necesidad de seguir luchando contra ambos asuntos. El espectáculo finalizó con la actuación músical de Ainhoa Cantalapiedra, para dar paso a la proyección de Test.
Test, ambientada en la ciudad de San Francisco en el año 1985, se contextualiza en el clima hostil que los homosexuales sufrieron tras la aparición del SIDA en Estados Unidos, y la psicosis en la que derivó la transmisión de la enfermedad. Más concretamente, la película estrecha la mirada en un grupo de bailarines de una compañía de danza, en donde la mayor parte de ellos son homosexuales. Test explota sus puntos fuertes cuando indaga sobre la ignorancia, fruto del desconocimiento de las vías de transmisión del SIDA, que provocó el estigma social, acompañado de la caza de brujas que casi llegó a colocar estrellas rosas entre los homosexuales. Los bailarines, abiertamente homosexuales entre el resto de sus compañeros de escenario, comienzan a sentir el rechazo con pequeños detalles como ser evitados ante un contacto físico directo, no compartir prendas de ropa, o ser acusados de padecer enfermedades que compartían síntomas con el SIDA, como por ejemplo un resfriado común.
La película recuerda, salvando las distancias, al primer film Diagnóstico fatal: SIDA (An Early Frost, John Erman 1985) -más que fatal, resulta imbécil la elección del título escogido para su promoción en este país- en cuanto a sus pretensiones de divulgación y normalización en su exposición al espectador. Diagnóstico fatal: SIDA, fue la primera película donde se abordaba la enfermedad desde un punto de vista constructivo fomentando así una imagen más real del homosexual seropositivo. Un conservador paso adelante, que más adelante sentó bases, y creció, cuando en 1992, apareció aquello que más tarde se acuñó como ‘New Queer Cinema’, una serie de directores criados en el fervor de los festivales con una dedicación importante hacia la temática homosexual, pero con una visión más rotunda, menos condescendiente con el público.
El director lejos de esta ola de realizadores, utiliza la danza como herramienta que explora las ansiedades e inseguridades de los protagonistas. Expresiones faciales tensas, cuerpos entumecidos y figuras a punto de resquebrajarse mientras intentan llevar a cabo la coreografía. Pero, a pesar del jugo del pasaje histórico escogido, Test desecha introducirse más de lleno en un tema tan complejo como el estigma o la enfermedad, decide refugiarse exclusivamente en el arte de la danza. Y aquí tímidamente crece. Los silencios medidos ayudan a proyectar la inquietud de los chicos, aunque la excesiva laxitud del rol de los bailarines boicotea la intencionalidad final de la película.
Cris Mason Johnson esquiva gran número de los desaciertos en los que incurrió su primer film, The New Twenty (2009), si bien ha logrado perder el tinte adolescente de su debut cinematográfico, vuelve a encontrar nuevos escollos en lo referido a la construcción de personajes y escenarios. Con un metraje exiguo consigue el bostezo y el ridículo, a partes iguales. La causa, por un lado, podría originarse en los alargados tiempos muertos carentes de utilidad al conjunto del film; por otro, en determinados momentos caricaturiza, involuntariamente, personajes concretos con fisionomías resultantes de una aleación entre los malos malísimos de Yafar y Mufasa.
De puntillas, Test reflexiona sobre el futuro (actual presente) de las relaciones sentimentales y sexuales del mundo homosexual, tras la aparición de una pandemia como el SIDA. En un tono cómico, pero manteniendo firme la mirada, bromea sobre la futura disminución de la poligamia sexual con la llegada forzosa del condón en las relaciones homosexuales, evitando así un posible contagio. Si en algunos tramos la película resulta reveladora e incluso roza la línea de la transgresión por la ruptura de tabúes sexuales, en la recta final se repliega con un movimiento en falso antes de llegar a la meta. Para ello, rompe el tono que había creado para ofrecer así el clásico happy end agasajando lo socialmente establecido.
Coincido que la parte final y ese falso positivo, hacen que la película no valga la pena, bien por centrarse en la danza, mal por que termina igual que todas, y no como la realidad de 1985 cuenta que fue.
Dejemosla en el espacio de ..lo intentó