The Major
Víctima y verdugo Por Fernando Solla
Bill: “No sé nada de Ray, pero no todos son asesinos en Garrison”
Freddy: “No, sólo cierran los ojos y se quedan callados, igual que yo”.
El D’A 2014 incluye en su parrilla el segundo largometraje del polifacético realizador ruso Yuri Bykov, después de su paso por las últimas ediciones de Cannes o Toronto. Lo que nos propone con The Major es un thriller que funciona a la perfección como ejercicio de género, alejándose paulatinamente a medida que avanza el metraje (prácticamente sin que nos demos cuenta) de la temática social inherente al argumento y al desarrollo de la trama para centrarse en este rompecabezas cinematográfico, que consigue secuencias visualmente sutiles pero impactantes y emocionalmente opresivas y angustiosas. A pesar de dejar en segundo plano la moralidad o falta de ella, el guión y montaje, conseguirán resumir con una sentencia (que escucharemos en un momento muy específico y clave) de uno de los personajes secundarios la gran pregunta que unificará la motivación de todos los implicados en la trama para actuar de un modo u otro:
Si tu marido atropellara a un niño, ¿irías a denunciarlo a la policía?
Sergey Sobolev (Denis Shvedov), teniente de policía (por lo tanto, segundo en rango) recibe una llamada del hospital donde está ingresada su mujer. Acaba de ser padre. Fuera de servicio, saldrá a toda prisa de una, en apariencia paupérrima, zona residencial. Sorteando las irregularidades del firme sin pavimentar, magnificadas por la nieve y el hielo, su conducción podría calificarse como poco de temeraria. Superando a todos los vehículos que se interponen en su camino, finalmente perderá el control de su vehículo, atropellando a un niño de apenas siete años ante los atónitos e imponentes ojos de su madre, la civil Irina Gutorova (Irina Nizina). Negando asistencia a ambas víctimas (hijo y madre), Sergey avisará a sus compañeros Pavel Kroshunov (el propio Bykov) y Anatoly Merkulov (IlyaIsayev) para que vengan a socorrerle, quienes inmediatamente acudirán al lugar de los hechos para socorrer a su compañero, desatendiendo de nuevo a las víctimas, manipulando las pruebas y declaraciones e inventando excusas, atenuantes para su colega y agravantes para la madre de la criatura.
Bykov arriesga convirtiendo esta secuencia, climática de por sí, en la inicial. A escasos quince minutos de largometraje el espectador no puede dejar de preguntarse qué más puede suceder que condicione o modifique un ápice su posición a favor de Irina y oposición a Sergey y el resto del cuerpo policial. Después de algunos giros del guión algo obvios aunque rápida y efectivamente resueltos -entre los que descubriremos la voluntad de silenciar el suceso por parte del coronel Burlakov (KirillPolukhin), preservando el favor del candidato a alcalde de turno-, asistiremos a una desconcertante sucesión de escenas en las que nada sucederá como esperamos. Progresivamente, y tras la apabullante aparición del padre del niño (DmitriyKulichkov), el drama de denuncia ocupará un segundo plano para dar paso al verdadero thriller que es la película: todos, absolutamente todos, los personajes deberán escoger si cruzan o no cruzan qué línea cuando el precio a pagar es la vida de uno mismo o de las personas queridas. Sergey será víctima y verdugo a la vez, ya que verá cómo su capacidad de decisión sobre el devenir de su propio comportamiento se escapará de su control.
El control de Bykov sobre The Major es prácticamente total, ya que se encarga de la realización, guión, interpretación de uno de los protagonistas-antagonistas, montaje y banda sonora. Esta combinación de tareas sería pura anécdota si no fuera porque el ruso destaca individualmente en todas ellas.
A pesar de que el presupuesto de la película resulta bastante reducido, la parte técnica es uno de los pilares más sólidos del largometraje, con mención especial a la fotografía de Kiri Klepalov, que consigue con los primeros planos de los dos protagonistas cerrar tanto la imagen que nos sentimos prácticamente aplastados contra la pantalla para, instantes después, participar en primera persona de las imágenes. La banda sonora resultará imprescindible para intensificar y agudizar la tensión sin mostrarse intrusiva en exceso. Así como el ingenioso y perspicaz guión, que aborda temas difíciles y dibuja momentos realmente oscuros, como la secuencia de la comisaría, que parece sacada del storyboard de la serie The Walking Dead (2010 – ), sin resultar descabelladamente pretencioso ni en lo formal ni en el contenido.
Llama la atención la fijación de Bikov por enfocar signos o símbolos cotidianos de manera redundante, incorporándolos a los planos a través de imposibles travellings que, más que circulares, podríamos definir como elípticos, ya que sitúan a los vehículos, señales de tráfico o semáforos, e incluso a los antagonistas de tal modo que parece que vayan a batirse en duelo, como dos focos muy alejados entre sí, pero igualmente obligados a compartir plano.
Acotadas las apenas veinticuatro horas de la acción a poco más de noventa minutos, The Major trasciende lo que en otras manos menos cuidadosas parecería un episodio alargado de cualquier ficción televisiva al uso, dándole la vuelta a esta historia de policías corruptos salpimentada con escenas francamente violentas que expulsa de su discurso cualquier atisbo de juicio o moral. Duro y difícil en algunos momentos, el largometraje nos atrapa gracias a su ritmo frenético y a unas interpretaciones robustas e impetuosas, especialmente las de su trío protagonista (Shvedov, Bikov y Nizina).
Finalmente, nos quedamos con las localizaciones exteriores y el desasosegante uso del sonido (oímos lo que sucede en interiores cuando la cámara enfoca el exterior y viceversa). Convertidas las primeras en un personaje más de la película, su presencia subraya el duro entorno que puede conducir a personas corrientes a participar de acciones desesperadas. Sombría y esperanzadora a la vez, quizá no sea uno de los largometraje más originales del año, pero resulta tan bien hecho que ese detalle no importará al público en absoluto.