The Neon Demon: omisiones peligrosas

Por Mireia Mullor

La competición de Miss Mundo no es una exhibición erótica; es una celebración pública del camino tradicional de la mujer hacia el éxito. The Spectacle is Vulnerable: Miss World, 1970. Laura Mulvey y Margarita Jiménez.

Las diferentes manifestaciones de la figura femenina en la cultura popular, y especialmente en el mundo de la publicidad, nos convencen de que la belleza es el atributo más importante de la mujer. Es, a fin de cuentas, la variante que coloca a todo un sexo en una posición u otra de la escala social, tal y como bien indica, no sin ironía y mala baba, Laura Mulvey en esa frase inicial del artículo ‘The Spectacle is Vulnerable’, coescrito junto a Margarita Jiménez. Pero lo realmente interesante de la belleza no es sólo su importancia en el destino vital de las mujeres, sino cómo esto se ha integrado como parte del propio discurso femenino. Es decir, se ha instalado el mantra de que las mujeres son causa y efecto, problema y consecuencias, belleza y peligro. Ellas son una constante contradicción, y, a veces, han de ser purgadas por ello.

Esta es una de las líneas subterfugias que conviven en The Neon Demon, aunque más adelante veremos el por qué. En la aparente superficialidad de su último film, Nicholas Winding Refn (NWR para los amigos) reflexiona sobre la belleza y su culto a través del mundo de la pasarela, a quien dedica un dibujo mitológico y crítico donde se establece el diálogo entre las mujeres y sus propios “instintos”. La pregunta que nos proponemos contestar aquí ha venido rondando el film desde su proyección en el Festival de Cannes, donde ya dividió a la crítica entre virulentos detractores y acérrimos admiradores: ¿Es The Neon Demon machista?

The Neon Demon

El creador fascinado

Mucho se ha hablado en los últimos años del famoso Test de Bechdel. Algunos, erróneamente, lo han catalogado como el recurso que te permite saber si una película es machista o no, pero no es este su cometido. Este test -que consiste en hacerse tres preguntas sobre un film: ¿Aparecen al menos dos mujeres? ¿Hablan entre ellas? ¿Hablan de algo que no sea un hombre?- quiere evidenciar la falta de representación autónoma femenina en el cine en su conjunto demostrando que más veces de las que nos damos cuenta los personajes femeninos son un complemento del masculino. De que, de una forma perversamente orgánica, la representación de las mujeres en el cine está subyugada al igual que durante muchos años lo ha estado en la vida real.

Bien, The Neon Demon pasa el test, y sin embargo se la ha acusado repetidamente de ser misógina. Según lo explicado, no serían calificativos contradictorios, así que habrá que ahondar más en cómo el último film de NWR tiene poder para pervertir el propio test: en la película las mujeres son protagonistas, y las conversaciones tratan sobre ellas mismas, pero toda su representación es sumamente androcentrista. La mirada no sólo procede de un hombre, sino que además es rabiosamente masculina. Conviene separar esos dos conceptos, porque grandes directores de cine han sabido comprender a la perfección la psique femenina, o, si más no, retratarla con cierta dignidad y verosimilitud.

En este punto, es muy revelador el modo en que empezó la gestación del film. En una entrevista con el portal The Village Voice, el director lo relató así:

Hace dos años, me desperté muy deprimido una mañana. Yo no había nacido hermoso, pero mi mujer sí. Y pensé que ojalá hubiera nacido tan bello como ella. Por supuesto, hay una chica de dieciséis años dentro de cada hombre.

El director ya habla, desde su concepción, desde fuera. No se le puede culpar: toda su filmografía va sobre hombres haciendo cosas de hombres. Un buen ejemplo de esto es la imagen de las dos supermodelos (Bella Heathcote y Abbey Lee) en la ducha hacia el final de la película, en una imagen absurdamente innecesaria y compuesta claramente desde el placer de la mirada masculina. Esta es, ciertamente, su primer intento de incursión en el mundo femenino. Refn asume esa desventaja y se abre a las opiniones de todas sus actrices, según han declarado ellas mismas, y contó en su equipo con un par de mujeres guionistas. Parece pues que, detrás de la cámara, no habría nada que reprochar. Y aun así, hay algo que sigue chirriando.

The Neon Demon 2016

Una historia de violencia

En su libro Nicolas Winding Refn. Luces y sombras del thriller contemporáneo 1, Óscar Brox decía que la filmografía del danés representa un proceso de aprendizaje sobre la violencia. Teniendo esto en cuenta, The Neon Demon se encontraría en una etapa madura de este aprendizaje, que alcanzó su cuota más espectacular en Drive (2011). Sin embargo, haber variado de género (de la predominancia del ego masculino a la representación del imaginario femenino) no está claro si le ha hecho retroceder en toda su andadura filosófica.

Efectivamente, Refn es un maestro de la violencia, y es capaz de combinar “lo bello y lo grotesco, lo brutal y lo sensible”, tal como apunta Brox sobre sus producciones anteriores. Aun así, las carencias de este film vienen por otros lugares y su mirada hacia la violencia adquiere una forma totalmente distinta (aunque siga habiendo sangre y muerte). Una mirada a la primera imagen nos revela mucho sobre esto. En ella, Jesse (Elle Fanning) posa en una sesión fotográfica de una forma algo peculiar: simulando un asesinato. Aparece, tumbada en un sillón, con un rastro de sangre falsa bajándole por el cuello y empañando el suelo del estudio, mientras un joven fotógrafo que ya ha quedado prendado de su belleza la fotografía una y otra vez. Los flashes hacen brillar sus ojos azules en una perturbadora pose que quizás ya augura lo que está por llegar. Desde su primera imagen, Refn ya lanza tímidas metáforas: cómo esta violencia ficticia se convierte en violencia real bajo los focos del implacable mundo de la moda, qué diferencia hay entre estas dos violencias, cómo las ansias de artificio y perfección está matando la verdadera belleza… La maestría del director danés es transmitir tanto con una sola imagen, aunque poco a poco su provocación vaya cavando su propia tumba.

Esta primera escena ya nos muestra una de las líneas fundamentales del film: la violencia, a muchos niveles, hacia las mujeres. Especialmente significativa es la localización del motel donde Jesse reside en Los Angeles. Allí, un abominable Keanu Reeves, dueño del establecimiento, se dedicará a mirar a las jovencitas que llegan a sus dominios para ver qué puede sacar de ellas. Avanzada la película, el hombre intentará entrar a la habitación de Jesse para violarla, pero al ver su plan frustrado por una cerradura continúa su camino hasta la habitación de al lado, donde únicamente oímos cómo viola a una niña de 13 años. Jesse lo escucha a través de la pared de la habitación, confusa e indefensa, incapaz de descolgar un teléfono y avisar a la policía. De alguna manera, esto se siente como un toque de atención a las censurables actitudes que ha mostrado la protagonista.

De estas dos escenas tan diferentes entre sí, nos surge una pregunta: ¿quién ejerce esta violencia hacia las mujeres? En la primera, el mundo de la moda (dominado, paradójicamente, por hombres, como bien representa el diseñador que aparece en el film). En la segunda, los hombres que se creen con derecho de utilizar el cuerpo de las mujeres en su propio beneficio. Esto es, algunos hombres. Por tanto, si es el género masculino el que subyuga a las mujeres, el que las aparta a los papeles secundarios o las usa como florero, el que ejerce sobre ellas una violencia sistemática y reiterada, ¿por qué demonios son ellas las únicas villanas en The Neon Demon?

Neon

Mujeres protagonistas…. ¿y empoderadas?

Sí, las mujeres de Refn son activas. Son las virginales, las brujas, las necrofílicas, las dictatoriales… Tenemos un amplio abanico para escoger. Laura Mulvey le aplaudiría: en su más famoso ensayo, Visual and other pleasures, se quejaba de que los hombres siempre eran los sujetos activos y, en cambio, las mujeres eran sujetos/objetos pasivos. NWR le da la vuelta a esto, y las mujeres son las que toman las riendas del relato. Pero aquí podemos leer un mensaje poco acertado: que (sólo) las mujeres son lobas para las mujeres. Que no son, en realidad, víctimas de un sistema patriarcal creado y fomentado por los hombres, sino que su instinto narcisista las lleva al desastre. Al final, tras toda su estética, sus elementos de la mitología y los cuentos y su valor narrativo y formal, The Neon Demon está obviando la verdadera raíz del problema, convirtiéndose así en un film ambiguo, superficial y sumamente censurable en su ingenua visión de los “problemas femeninos”.

Y aún más: NWR sigue clasificando a las mujeres en dos grupos, a los que incluso asigna diferentes colores para acabar siendo más simplón. Tenemos el azul, color que representa lo virginal, lo puro, la belleza natural, Jesse. Y tenemos el rojo, lo peligroso, lo vanidoso, la tríada maligna formada por las dos modelos y la maquilladora (Jena Malone). Los atributos otorgados a cada uno de estos grupos recaen en esa clasificación tan tradicional de las mujeres según su decencia, y nos deja una imagen quizás no buscada por el cineasta, pero sin duda implícita en su visión de la historia: hay más valor en alguien que no ha sido mancillada, que es casi una adulta pero sigue siendo una sexy lolita, que en dos mujeres con recorrido en el mundillo, quienes pierden interés porque ya han sido tocadas y retocadas. Un clásico conservador que las mujeres al ser tocadas pierden su valor, como diría Charlton Heston en Cuando ruge la marabunta (The Naked Jungle, Byron Haskin, 1954). Pero ávidamente contestaríamos, como lo hizo su compañera en escena Eleanor Parker, que “un piano suena mejor cuando se ha tocado”.

Esto es, a fin de cuentas, una de las muchas lecturas que se pueden hacer del nuevo e inquietante film del cineasta danés, que desde su posición intenta entender ciertas actitudes femeninas derivadas de un sistema bien consolidado. Pero una de las conclusiones más claras a las que llegamos es que esta no es una historia sobre mujeres. Como bien refleja el compañero Alejandro Sánchez en otro de los artículos de este monográfico, son los personajes masculinos los que muestran la variedad de las reacciones o actitudes ante la belleza, y las mujeres son, como es habitual, el objeto al que mirar, juzgar y sentenciar.

  1. Brox, Óscar (2014): Nicolas Winding Refn. Luces y sombras del thriller contemporáneo. Madrid, Macnulti Editores
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