Tiger Orange y Pierrot Lunaire

LesgaiCineMad 2014 día 3 Por Jose Cabello

Tú lo que tienes que hacer es ponerte el abrigo al revés. Y tú lo que tienes que hacer es apuntarte a un curso de inglés. Lo que tienes que hacer, lo que tienes que hacer, lo que tenemos que hacer...Tú, lo que tienes que hacer - Chico y chica

Durante el fin de semana LesGaiCineMad sigue a full ofreciendo más películas en sus dos sedes habituales: Ateneo Marcelino Camacho y Sala Berlanga. El sábado, Tiger Orange abrió la sesión vespertina del festival. Primera película del actor porno Frankie Valenti, reconvertido a cine convencional. La propuesta del director, Wade Gasque, casa perfectamente con la tónica de esta decimonovena edición donde se potencia la visibilidad de lugares más afectados por la homofobia y la transfobia. Sí el año pasado, Matterhorn (Diederik Ebbinge, 2013) luchaba a favor de la normalización del diferente, este año, Tiger Orange toma el relevo de la holandesa. Lejos de la narrativa tan particular que utilizaba Matterhorn, además de un personaje clave entrañable, Tiger Orange tira más de tópicos, pero no por eso resulta menos válida, ya que las dos caminan en la misma dirección.

Hay películas que deciden rodarse, y más tarde se decide cuál será su ubicación, pues el set de rodaje puede reconvertirse, en mayor o menos medida, ya que prima la intrahistoria. Otras, en cambio, nacen de un espacio en sí mismo, es decir, la localización origina el relato y no al revés. Así ocurre En Tiger Orange. El espacio escogido, una granja en la California profunda, recuerda a los cowboys de Brokeback Mountain (Ang Lee, 2005), poniendo sobre la mesa lo innecesario que resulta, a veces, arrastrar la mirada hasta países considerados como socialmente desfasados. Pero no, no hace falta viajar hasta el rincón más remoto de una aldea en cualquier país de África, también ocurre en países sinónimos, o eso quieren hacer creer, de libertad por antonomasia, como Estados Unidos, un gran poseedor de claroscuros en esta materia.

Para plantear la contraposición vida urbanita/vida rural, Wade Gasque crea dos personajes, dos hermanos, que desde pequeños viven únicamente con el padre y ya evidencian tendencias claramente homosexuales. Mientras el hermano mayor, Chet, intenta no perder el ritmo de la batuta dirigida por su padre, el pequeño, Todd, en muchas ocasiones ajeno e inconsciente, rompe lo establecido al jugar con muñecas, vestirse con prendas de mujer o hablar de la belleza masculina. El tiempo marcará una distancia todavía mayor, distancia tanto física como mental, entre ellos. A base de flashbacks la infancia de los chicos explica sus actitudes presentes. Todd vive en Los Ángeles y acaba de salir de una relación a tres, ha trabajado como stripper y práctica una sexualidad muy activa, Chet, sin embargo, continua con el negocio familiar llevando una vida caracterizada por la monotonía.

Tiger Orange

Tiger Orange

El punto de inflexión se produce cuando Todd y Chet vuelven a vivir juntos en la granja. Así, dos maneras de vivir que a priori entran en conflicto, logran encajar diferencias y sumar energías. Todd relaja su tendencia a sexualizarlo todo. Chet, por su parte, comienza a normalizar su sexualidad. Tiger Orange pasa de lo particular de los hermanos, a lo general del pueblo, extrapolando así la misma situación. Los habitantes de la aldea, que al principio rechazan a Todd por sus gestos amanerados y su condición abiertamente homosexual, apoyan solo a Chet, ya que promueven la imagen de ‘gay modélico’ o ‘gay en el silencio’. El pueblo tolera (si es que se puede utilizar aquí el verbo tolerar) a una persona que aún conociendo de su homosexualidad, no desarrolla ningún comportamiento fuera de los estándares considerados por ellos como pautas homosexuales. Es decir, no es un gay con pluma, ni tiene pareja, ni amistades de su misma sexualidad. En definitiva, no llama la atención. Lo hace fácil para el resto. Justo la peor conversión, el gay heterosexualizado, una figura (espero) en peligro de extinción, por el bien común.

Chet tiene un carácter sumiso y actúa como él entiende que su padre necesita que lo haga, incluso después de muerto. Nadie debería seguir un patrón para ‘no incomodar’ a la corriente principal. Al contrario, la sociedad necesita ser molestada e incordiada para seguir adelante y luchar así contra la represión evitando crear modelos homosexuales paradigmáticos.

Mucho sabe de lo anterior Bruce La Bruce. La pasada edición de LesGaiCineMad tuvimos la oportunidad de entrevistar al director. También asistimos al estreno de su última película hasta la fecha, Gerontophilia (2013). Este año, vuelve, aunque fuera de competición y a pase único, con una película radicalmente distinta, Pierrot Lunaire (2014). No es nada fácil intentar desgranar esta particular obra, Bruce La Bruce ha sido capaz de enlazar en uno solo, una gran variedad de géneros y referencias cinematográficas de las que bebe la película. Más bien podría describirse como una aleación entre cine mudo, no es un musical al uso, con guiños a Viaje a la luna (Le Voyage dans la lune, Georges Méliès, 1902) y Nosferatu (F.W. Murnau, 1922), pero también posee la idiosincracia de una performance de cabaret del Berlín soviético, y cierta reminiscencia de película de serie B. Ahí es nada.

De este batiburrillo de géneros, o temáticas, la fusión resulta increíblemente compacta, pero a pesar de la confección sólida, el film peca de críptico de principio a fin. Sí en Gerontophilia empleó una narrativa convencional, el director reconoció que quiso un acercamiento con el público, ahora gira ciento ochenta grados para alcanzar lo opuesto. Pierrot Lunaire podría entenderse casi como un experimento personal del director, que plantea una historia donde una chica, vestida de chico, logra conquistar a otra chica, sin que ésta última sepa realmente de su condición. La película que con esta sinopsis podría dar un resultado interesante, se pierde en sus propios delirios en un sinfín de ocasiones. La sensación que el espectador podría tener navega a caballo entre la estupefacción, al principio, y la indiferencia, al final.

Pierrot Lunaire 2

Pierrot Lunaire

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