Trilogía Hibrow de Mark Cousins

Reflexiones que esquivan el recipiente Por Yago Paris

Si un verbo define la obra de Mark Cousins, este es “hablar”. Su pieza más representativa, La historia del cine: una odisea (The Story of Film: an odyssey, 2011), ya lo prueba. Una disertación de 15 horas acerca del desarrollo histórico del Séptimo Arte, en la que conviven fragmentos de películas con grabaciones propias del autor, y en las que en todo momento está presente el peculiar acento de este norirlandés afincado en Edimburgo. Nada cambia al pasar a hablar de su trilogía presentada al Atlántida Film Fest (AFF), compuesta por Here Be Dragons (2013), 6 desires: DH Lawrence and Sardinia (2014) y Life May Be (2014). Este tridente cinematográfico forma parte del proyecto cultural online HiBROW, un compendio de cultura y artes que abarca el cine, la literatura, el teatro, la música y la danza. Plataforma fundada en 2012 por el director Don Boyd [My Kingdom (Mi reino) (2001)], pretende convertirse en el YouTube de las artes y ofrecer todos sus contenidos de manera gratuita y bajo demanda. Una web en la que Cousins participa, aunque, al menos de momento, sólo aparezcan los trailers de la primera y la tercera de las películas citadas.

Su experiencia como ensayista audiovisual, junto con su extensa formación cinematográfica general y específica del campo, lo han llevado a plantearse qué supone para él una película-ensayo, y a elaborar un manifiesto donde plasmar sus ideas. Una lista de 16 máximas en las que da su visión acerca de este reducido subgénero, que elaboró tras realizar la primera de las tres películas de esta trilogía. Una plasmación de su visión personal acerca de la manera de hacer este tipo de cine, en el que también se hace notorio ese ligero tono socarrón que acompaña a buena parte de sus narraciones. Sin embargo, llama la atención cómo ciertas propuestas de ese texto acaban invalidando inconscientemente otras, sin que sean contradictorias per se.

 Hibrow Mark Cousins

Mark Cousins.

En sus propias palabras, “una película-ensayo saca de paseo una idea”. De esta sentencia se puede deducir que los ensayos toman ideas y las desarrollan, evolucionando estas a lo largo de su metraje. Y quizás una de estas ideas atadas con correa sea otro de los puntos del manifiesto: “las películas-ensayo revierten la producción fílmica: las imágenes vienen primero, y al final el guion”. En este caso, el guion no es otra cosa que el ensayo que Cousins recita, previa concienzuda escritura, a lo largo de sus films. Una vez vistas las tres seleccionadas para el AFF, no deja de ser sorprendente hallar una contradicción entre estas dos ideas, a la vista de lo plasmado en sus imágenes. Si bien resulta evidente que no hay ensayo sin las imágenes grabadas y el viaje -físico y emocional- vivido previamente, salta a la vista en esta selección de obras que el director fundamenta su discurso en lo oral, y no en lo visual. Como se comenta al inicio de este texto, es el habla el que domina su cine. Es su poderío reflexivo, pero verbal, el que comanda su visión, relegando a las imágenes a un rol de acompañamiento. Aunque con mayor o menor presencia según la película y el fragmento de la misma, las imágenes se articulan alrededor de la columna vertebral que es el texto escrito.

Hibrow Mark Cousins 1

En Here Be Dragons, Mark Cousins nos invita a observar.

Lo que no resulta en absoluto una contradicción es el agrupamiento de estas tres obras. Siendo totalmente diferentes en la temática, comparten una serie de elementos comunes que las hermanan. En este caso, la primera idea citada de su manifiesto sirve de nexo de unión sobre su manera de hacer cine. En efecto, las películas-ensayo toman una idea y la sacan a pasear. Aplicando esta máxima, no sorprende comprobar cómo las tres obras parten de una premisa pero acaban convirtiéndose en otra cosa bien distinta. Es esta libertad creativa la que permite ir desarrollando paso a paso la obra, sin necesidad de tener cerrado el esquema del proyecto antes de llevarlo a cabo. Here Be Dragons comienza como el viaje de Mark Cousins a Albania para participar en un festival de cine al que ha sido invitado. Si bien la idea inicial sería la de llevar a cabo un repaso reivindicativo de la cinematografía albanesa -auténtica desconocida para el mundo del cine-, el discurso se acaba alejando de aspectos cinematográficos para centrarse en los más puramente sociales y políticos. Las impactantes imágenes del país visitado impiden que su autor hable de otra cosa que no sea de la situación actual del estado europeo y de las consecuencias del régimen comunista que estableció una dictadura desde 1944 hasta 1991. Un país absolutamente desconocido para el resto del mundo, no sólo en lo cinematográfico, por lo que decide convertir esta pieza de no-ficción en una llamada de atención para darlo a conocer -no en vano, el título de la película hace referencia a cómo los cartógrafos escribían en las zonas desconocidas de los mapas antiguos “aquí hay dragones”.

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El resultado de casi 50 años de dictadura comunista (Here Be Dragons).

Por otro lado, 6 Desires: DH Lawrence and Sardinia parte del viaje del escritor inglés DH Lawrence a Cerdeña en enero de 1921. La premisa de esta obra consiste en recorrer los pasos del propio autor, repasando el libro que éste escribió tras esta experiencia, Cerdeña y el mar (1921). Combinando reflexiones del director y extractos del propio escrito, la película comienza como fiel imitación de la ruta del escritor inglés, idea que encorseta a este ensayo y le resta vitalidad. La obra comienza a perder fuelle y todo se siente forzado e insulso. Es por ello que la filosofía exploradora de la película-ensayo consigue salvar los muebles de este proyecto al romper con la idea inicial y dejar que se autodefina como lo que es. Es tras esta ruptura cuando la película gana enteros y recupera buena parte del interés hasta entonces ausente. Se rompe la cuarta pared y el minúsculo grupo de rodaje queda incluido en las propias imágenes de esta peculiar road movie. El recorrido de las vivencias de Lawrence se convierte en el recorrido de los ilustres personajes que esta isla mediterránea ha dado. En su juego rupturista, el mayor y más interesante valor reside en el protagonismo que se le cede a la mujer, hasta entonces ausente. Desde el reconocimiento a la escritora Grazia Deledda, ganadora del premio Nobel de literatura en 1926, a la humilde asunción de un excesivo protagonismo masculino en el proyecto, que lleva a Cousins a ceder la batuta narradora a su compañera sentimental y de rodaje, Gillian Moreton.

 Mark Cousins 6

En 6 Desires: DH Lawrence and Sardinia, Mark Cousins insiste en enmarcar el proyecto como lo que no es.

Ya en la tercera entrega, Life May Be, la propia premisa directamente desaparece. El proyecto, montado como una correspondencia audiovisual entre el director norirlandés y la actriz y directora iraní Mania Akbari (20 Fingers, 2004), es imprevisible por definición. Tras la primera carta de Cousins, se inicia un viaje que se complementa con las visiones de Occidente y Oriente sobre la vida, la identidad, el cuerpo y el exilio. Una obra que se nutre del talento reflexivo de uno de los referentes iraníes, inevitablemente exiliado –casualmente, en la tierra natal del propio Mark Cousins, Reino Unido. Todo ello la convierte en la cinta más equilibrada de las tres, la más interesante y la que más profundiza en los temas tratados, tanto en la forma como en el fondo. En ella, como en las otras dos, está presente constantemente el salto entre el pasado y el presente, y cómo el primero condiciona al segundo. El viaje de DH Lawrence y la posterior visita a esta isla; la dictadura comunista de Enver Hoxha y las consecuencias sociopolíticas tras su desintegración; la vida en Teherán y el exilio. Viajes que no son sólo interiores, sino también exteriores. Así, pues, como ya se ha comentado, las dos primeras películas parten de la premisa de un desplazamiento físico –a Albania y Cerdeña, respectivamente-. La tercera también hace lo propio, al estar compuesta de viajes a diferentes ciudades, como bien propone Mark Cousins en la primera carta que escribe a su compañera persa.

“…no hay diferencia entre las mujeres forzadas a perseguir la belleza a toda costa, y las mujeres obligadas a llevar chador. (Life May Be)”

Y, desde luego, lo que no puede faltar en ninguno de los ensayos de Mark Cousins son las constantes referencias cinematográficas. Cualquier excusa es buena –además de justificada- para insertar fragmentos de películas con las que apoyar su discurso. Lo que era la base necesaria de su mastodóntico documental sobre la Historia del cine, aquí ocupa en cada entrega de la trilogía un lugar secundario. Incluso en su recorrido por Albania la importancia de estos fragmentos, siendo superior a la de las otras dos, es menor a la esperada, si se tiene en cuenta que la idea inicial consistía en un repaso a la cinematografía de este país. Un desvío fortuito y quizás afortunado en el camino, una oportunidad de encontrar una idea más rica que la esperable. Películas que se convierten en otra cosa, que viajan, que dan saltos en el tiempo, y que cierran círculos. Las tres obras terminan donde empiezan, trazando una circunferencia de reflexiones durante sus metrajes. Ya sea en aeropuertos, en puertos o en parajes naturales de los Highlands escoceses –que se sugieren como una especie de Cielo en la Tierra-, el círculo se traza con mayor o menor gracia, estilo o interés, pero siempre como una reivindicación de otra manera de entender el cine. Como una manera de estimular el intelecto, de tender puentes y de no conformarse con la comodidad del esquema cerrado.

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