Tully
Las batallas tardías de Diablo Cody Por Alicia Germán Díaz
En Tully (Jason Reitman, 2018), Charlize Theron interpreta a Marlo, una madre de dos niños que acaba de tener al tercero. Ella cuida a los niños, ella los lleva al colegio, ella trata a su hijo pequeño con el proceso terapéutico que le han recomendado, ella prepara la comida para los niños y para su marido… Así que decide contratar a una niñera nocturna, Tully (Mackenzie Davis), que cuidará al bebé recién nacido durante la noche para que ella pueda descansar.
Inicialmente, Diablo Cody escribió el guion para esta película con el objetivo de romper el tabú de la depresión postparto. Todos conocemos la gran ristra de películas en las que se presenta a la madre de familia como un ente sobrehumano que solo desprende amor y tiene tiempo para satisfacer todas y cada una de las necesidades de sus hijos y de su pareja, sacrificando las suyas. Como respuesta a estos films, Cody se planteó esta película como una oportunidad de romper con esa representación nada realista de la figura de la madre y presentar la depresión postparto de la forma más cruda posible.
Sin embargo, a cualquiera con un poco de concienciación social en general y concienciación de género en particular, se le prestará cuando menos difícil centrarse en este hilo conductor cuando la película se cimienta en una normalización de los roles de género tradicionales bastante acentuada. Y está claro que este problema del “tradicionalismo” no es nada nuevo en las colaboraciones entre Jason Reitman y Diablo Cody.
Charlize Theron en Young Adult
Este es el tercer proyecto conjunto del director y la guionista después de Juno (Jason Reitman, 2007) y Young Adult (Jason Reitman, 2011), y ya entonces podíamos ver cierta representación de los dos géneros algo tradicional y extraña para una persona que se declara feminista cada vez que tiene la oportunidad: primero con una adolescente que se queda embarazada y ni se plantea el aborto y después, con una mujer que está dispuesta a humillarse hasta niveles insospechados para conseguir recuperar al hombre que cree que es la solución a todos sus problemas. Representaciones que reaparecen en Tully con conceptos como que “las chicas no se curan, puede parecer que están mejor, pero en realidad están cubiertas en antiojeras”. Y lo más preocupante de esto es que esta percepción algo retorcida del género femenino no parece incluirse en la película como un reflejo de un problema social, sino como conceptos que la propia Diablo Cody parece haber normalizado.
En cierta manera, el guion de Tully en particular, y todos los guiones de Diablo Cody en general, recuerdan al Respect de Aretha Franklin. Que, por cierto, algunos no sabrán que Respect no es una canción original de la reina del soul, sino que fue Otis Redding quien compuso y grabó el tema en 1965. En efecto, la canción que consiguió convertirse en un himno para el feminismo en plena segunda ola, nació de la demanda de respeto de un marido a su mujer porque era él el que traía dinero a casa. Fue Aretha quien tomó la canción y la engrandeció con un arreglo claramente superior y, al prestarle su voz, hizo que la canción diera un giro de 180 grados, resultando que fuera la mujer la que demandara respeto a su marido. Por aquel entonces, el movimiento feminista demandaba precisamente eso, respeto y representación femenina.
Hoy en día, sin menospreciar esta maravillosa pieza de nuestra historia musical, pedir respeto por parte de nuestros equivalentes masculinos sienta, por decirlo de manera eufemística, insuficiente. Tully es, en este aspecto, como Respect. Puede que realizada en otra época, su reivindicación hubiera resonado con mucha más fuerza, pero en este momento de la Historia sienta bastante exigua.
Tully
Algunos podrían argumentar que el fin de la película es exponer la depresión postparto, y no realizar una reivindicación feminista sobre la maternidad y la paternidad. Y, sin embargo, cuando se le pregunta a Marlo si su marido es un buen padre, responde que le gusta ser padre de la manera en la que les gusta a los padres. Es decir, después de trabajar mucho, llega a casa, ayuda a los niños con los deberes, hace los almuerzos con ella y se sube al dormitorio, para jugar a videojuegos hasta quedarse dormido.
A esta escena, tenemos como respuesta el plano final en el que se encuadra a Marlo preparando el almuerzo de los niños después de haber sido hospitalizada y tras unos segundos de pausa, entra en el plano su marido Drew, poniéndose manos a la obra con una sonrisa cómplice. Con lo cual, se podría argumentar que la conclusión final del filme es que el padre debe “ayudar” en casa, y eso, retrasa el centro del debate no varios años, sino varias décadas.
Y para terminar, llegamos al gran elefante en la habitación: el giro de guion final. ¿Realmente, era necesario? ¿Refuerza el hilo argumental de la película que Tully sea una alucinación de Marlo? Si la intención de Diablo Cody era normalizar en el discurso social la depresión postparto, quizás hacer que su protagonista tenga alucinaciones no sea la mejor de las maneras de llevarlo a cabo.
Tully
No es la primera vez que Diablo Cody centra una pieza entorno a una enfermedad mental: en la serie United States of Tara (Diablo Cody, 2009-2011), el personaje principal era una madre que intentaba lidiar con su síndrome de personalidad múltiple y sus responsabilidades como madre de familia. Sin embargo, aquí se nos mostraba desde el principio que Tara sufría esas transformaciones y, por lo tanto, el público tenía tiempo para asimilarlo e integrarlo.
En el caso de Tully, el hecho de que se oculte dato al espectador para poder revelarlo como sorpresa final, lo único que consigue provocar es desconcierto. Es más, si Tully hubiera sido una persona real, se podría haber realizado el mismo discurso sobre la transformación que la maternidad puede realizar en una mujer y, desde luego, un comentario con más empaque sobre la depresión postparto.
Tully
Por otro lado, técnicamente es loable el empeño tanto de Reitman como de Cody de ofrecer una visión lo más realista y costumbrista posible del día a día de su protagonista. Reitman, por su parte, parece que hace de su misión como director volverse invisible y no dejar ningún tipo de huella autoral.
Sin embargo, sí que hay ciertas decisiones en lo que a la fotografía se refiere que transmiten una intencionalidad: por ejemplo, el hecho de que lo primero que veamos de Marlo sea su tripa embarazadísima o que los planos de manos se repitan a lo largo de película (como un símbolo del “cuidado” y la “crianza”). También se corta el encuadre en numerosas ocasiones para mostrar la perspectiva visual de los niños de la realidad y, sobre todo, de su madre. Y es destacable que las últimas escenas estén dotadas de una luz natural casi celestial, simbolizando la paz después de la tormenta.
No obstante, las lacras en la estructura narrativa que se han descrito a lo largo de esta crítica y cómo se ha elegido jugar con los elementos que la componen, hacen que Tully esté lejos de ser una película redonda.
BILIOGRAFÍA CONSULTADA
1. CARDAMENIS, Forrest (2015) “The misunderstood feminism of Diablo Cody” en The Week [Consulta: 1.11.2018]:
https://theweek.com/articles/572789/misunderstood-feminism-diablo-cody
2. CARON, Christina (2018) “Diablo Cody, Responding to Criticism, Says ‘Tully’ Is Meant to Be ‘Uncomfortable’” en The New York Times. [Consulta: 1.11.2018]: https://www.nytimes.com/2018/05/02/movies/tully-postpartum-depression-charlize-theron.html
3. ERBLAND, Kate (2018) “Diablo Cody Is Done Directing Movies, But Won’t Stop Telling ‘Untold Stories’ About Complex Women” en Indiewire [Consulta: 3.11.2018]:
https://www.indiewire.com/2018/05/tully-diablo-cody-complex-women-1201959626/
4. HUTCHINSON, Kate (2018) “There’s this idea that mothers are completely selfless’: Diablo Cody on Tully – and the Juno backlash” en The Guardian [Consulta: 28.10.2018]:
5. WILSON, Lena (2018) “Diablo Cody Talks ‘Tully,’ Feminist Filmmaking, And The Underrated ‘Jennifer’s Body’ [Interview]” en The Playlist [Consulta: 1.11.2018]: