Una casa en Córcega

Comme d´habitude* Por Laura del Moral

“Vitality shows in not only the ability to persist but the ability to start over”Francis Scott Fitzgerald.

Hay vidas que se construyen como una transición de la oscuridad hacia la luz, esa oscuridad en la que una persona se pregunta cada mañana si ha hecho las elecciones adecuadas en la vida, si realmente se encuentra donde quería estar y cuando se responde que no, es necesario decidir si permanecer en el peso del vacío o coger el destino entre las manos y dirigirlo hacia dónde realmente se quiere estar.

En Una casa en Córcega (Au cul du loup, 2011), Charleroi-la ciudad belga donde habita la protagonista, Christina (Christelle Cornil) – es la oscuridad, metafóricamente y realmente porque en verdad se la conoce como Pays noir (Pais negro) debido a que es una zona de gran actividad industrial por la minería del carbón y la industria del acero, un símbolo con lo que abiertamente ha querido jugar su director, Pierre Duculot, el camino hacia esa luz será su llegada a Córcega, la denominada Isla de la belleza, aunque en su película ha querido huir de mostrar los paisajes paradisíacos, vacacionales, y nos adentra en la Córcega más montañosa, melancólica y de paisajes nublados, en una alegoría del camino hacia un futuro más claro, hacia el que se hace necesario ir transitando a través de esas primeras brumas que se experimentan hasta llegar a ser quien realmente somos.

Christina, no ha encontrado su lugar en la vida, atrapada en esa especie de jaula que los demás parecen estar construyendo para ella, hasta que recibe en la herencia de su abuela una casa en la isla, esto va a ser el motor que le haga despertar de su vida anodina, la casa se encuentra en un pueblo pequeño y remoto, en el culo del lobo como dicen sus habitantes, en ocasiones hay que ir muy lejos, tomar perspectiva, alejarse, para acercarse a uno mismo. Su familia y su novio están empeñados en que la venda pero ella no quiere traicionar la memoria de su abuela y desea al menos verla antes. Se encontrará un lugar en ruinas, vacío, como ella, y a pesar de todo el trabajo que requiere decide quedarse y reconstruir la casa, reconstruirse a ella misma.

Es destacable el concepto de la pluralidad: el encuentro cultural, las interacciones sociales, intergeneracionales, las páginas de la historia compartida, el discurso de los más mayores, el valor de la memoria. Christina lo respeta y lo convierte en sagrado. Esto es a la vez el motor de su fuga inconsciente y el despertar a sí misma.

Una casa en Córcega

Una casa en Córcega es un constante juego, una parábola para mostrarnos ese renacer, esa salida de la vida narcótica que la sociedad y, a veces los que nos rodean pretenden imponernos, Christina poco a poco se irá sí despojando de sus ataduras, de las presiones familiares.

Podríamos remitirnos a esa ruptura, a esa huída y búsqueda del personaje de Ann (Isabelle Huppert) en Villa Amalia (Benoît Jacquot, 2009), en ambos films sus protagonistas desean una nueva vida aún sin saber lo que les espera, anhelan ese reencuentro con la esencia que parecen haber perdido. En las dos películas hay una escena de contacto real con la naturaleza en la que ambas protagonistas se sumergen en el agua, elemento que asociamos con una capacidad liberadora, en la que todo fluye.

La presencia masculina es importante también en la cinta, la evolución del padre de Christina (interpretado por Roberto D’Orazio) en un principio ejerciendo un patriarcado inquisidor hasta que va experimentando una evolución personal que le acercará más a su hija, su hermano (Pierre Nisse) también encontrará su lugar paralelamente a Christina y por último la aparición de Pascal (François Vincentelli), un atractivo pastor, que representa esa personalidad sencilla, libre; la atracción será mutua entre los dos pero hace falta una sincronía en los tiempos vitales de dos personas para que puedan estar juntas y el camino del descubrimiento de uno mismo es necesario atravesarlo en soledad aunque se deja abierto el reencuentro de estos dos protagonistas tan afines.

Con Una casa en Córcega, Pierre Duculot, profesor, periodista, productor e importante organizador y programador de numerosos festivales belgas y franceses, se estrena en la dirección con este largometraje que ganó el Gran Premio y el premio del público en el Festival de Amiens aunque ya había conseguido un gran reconocimiento con su cortometraje Dormir au chaud (2006). Hablamos de una película pequeña y modesta, en la que su director sobre todo ha querido plasmar sus obsesiones más personales, la cercanía a esas dos regiones que tan bien conoce, cómo el mismo quedó seducido con esa Córcega agreste y su importante necesidad de contacto con la naturaleza, no obstante, es el principal programador del “Festival du Cinéma et du Monde Rural de Lama” , un festival que tiene su origen en el deseo de ofrecer a la comunidad rural corsa la posibilidad de experimentar la cultura cinematográfica y también dar a conocer al gran público la vida agraria a través del cine, según el mismo dice,“parece que las personas acudimos a la naturaleza dos o tres veces al año como quien acude a un museo, hemos perdido esa necesidad de inmersión en el bosque, en la tierra y de redescubrir esa sensación de agua y de viento”.

Los temas que trata, los intereses y planteamientos que nos ofrece Pierre Duculot, personalmente, me parecen altamente seductores y atrayentes, quizá en esta cinta se han quedado demasiado en la superficie, no ha conseguido que conectemos plenamente con la historia y los personajes pero escuchando, en la entrevista sobre la película, las ideas, pensamientos y la visión de la vida de este director belga creo que merece la pena no perderle la pista.

* Comme d´habitude es el título de una canción del músico francés Claude François en la que habla de una relación amorosa que mantiene sólo por costumbre, por hábito.

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Comentarios sobre este artículo

  1. Marta dice:

    No estaba demasiado convencida de si debía o no debía ver esta película, de ahí que hoy ande al acecho de toda la info. que encuentre sobre ella. Me encanta el cine en versión original, y los miércoles que me es posible, asisto al Ciclo de Cine Francés que desarrollan en Cines Dreams. Este miércoles 13 dan esta película y, creo que me voy a animar a verla después de las buenas percepciones que he recibido. Si alguno aún no la ha visto, puede hacerlo en Cines Dreams. Además, regalan entradas en su Facebook

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