Utopia (2013)

Apocalipsis social en los excesos Por Paula López Montero

“¿Para qué sirve la utopía? Para sacar el sentido. Frente al presente, a mi presente, la utopía es un segundo término que permite hacer funcionar el resorte del signo: el discurso sobre lo real se hace posible, salgo de la afasia en que me hunde todo lo que anda mal dentro de mí, en este mundo que es el mío.” Roland Barthes

En ese acceso y necesidad de verdad sobre la que últimamente versan el arte y la cultura en un mundo potencialmente capitalista pero desencantado, lejos de las Utopías comunista-socialista o cercanas a los jardines de Epicuro, Gilgamesh, o la propia República de Platón, encontramos grandes obras que nos dan una bofetada de realidad, y nos abren aquella mente estructurada por el audiovisual. Black Mirror, True Detective, Juego de Tronos, la ya clásica The Wire o la genial Breaking Bad; grandes series, experimentos audiovisuales que sacan de debajo de la alfombra, todo aquello intentado tapar durante décadas. Varios formatos, formas de contar, narrativas, estéticas, pero todas ellas intentando dialogar con un espectador cansado del happy ending, y que busca entender desde la ficción el por qué de su realidad desde el sensacionalismo del caos y violencia propias de un mundo deliberadamente construido con tal propósito.

Hace poco, y con una narrativa muy diferente pero que habla de cosas parecidas, encontré una frase genial de Sebastião Salgado en La sal de la tierra (The Salt of the Earth, Wim Wenders, Juliano Ribeiro Salgado, 2014) : “La historia de la Humanidad es una historia de guerras”, a lo que humildemente añado: guerras creadas bajo un capitalismo desenfadado, lleno de mentes dóciles sin ningún espíritu crítico. Pero en la era posmoderna, y gracias a la estela de muchos de los postestructuralistas, hoy en día (o al menos deberíamos serlo) la sociedad es crítica en potencia, todos opinamos, con o sin razón. Con ese espíritu crítico accedemos quizá a las mejores revisiones de la historia que se han hecho, a lo mejores ensayos y ésta vez de la mano del audiovisual: propongo Juego de Tronos (serie) o El club de la lucha (libro y película) o La inmortalidad (libro) de Kundera como ejemplos.

 Utopia (2003)

Utopia (2013), en esa estela que dejan los grandes relatos, sorprendió en 2013 de la mano de Dennis Kelly con quizá las mismas armas que se han usado para amansar a la población: un cómic sensacionalista, que guía cual periódico la sed de verdad de los lectores pero que ésta vez va más allá; vacunas no para curar a la gente si no para de nuevo controlar a la población, y violencia legitimada en un mundo lleno de videojuegos, masacres y guerras.

Cuenta ya con dos temporadas, y debido al alcance de su potencial estético-artístico, y a su gran repercusión dentro de los espectadores seriéfilos (ya que no es fácil encontrar ésta serie fuera de territorio inglés), hoy hacemos aquí un balance de la primera temporada (sin duda hasta hora, y con fecha de caducidad, la mejor de las dos).

El nombre sin duda, nos introduce a ése campo idealista-fantástico del que todas las utopías beben. Es un concepto creado hace ya varios siglos por Thomas Moro en su obra Utopía, en la que se habla de una comunidad ficticia cuya organización política, económica y cultural contrasta en numerosos aspectos con la sociedad inglesa de la época. Y no podía ser de otra forma que Utopia (serie) fuese de nuevo británica. En ella, el paraíso ideal, no se sabe muy bien cual es, y viene más bien de una irónica utopía, en la que el mundo corrupto y pervertido, lleno de excesos, debe controlar a una población saturada con unos recursos naturales en extinción.

El argumento inicial, con el que arranca la primera temporada es el de un grupo de frikis, amantes de los cómics que tiene entre manos un inédito ejemplar titulado “The utopia experiments”, creado por un maniaco y trastornado hombre (Padre de Jessyca Hyde), que sabe demasiado a cerca de los perversos planes de los altos poderes, y que desvela la no contingencia de algunas de las catástrofes que acechan el mundo. Por esa razón, el grupo es perseguido y deberá ir descifrando los códigos y pistas que oculta el manuscrito. Un primer enganche a la trama: superpoblación y vacunas.

 Utopia (2003) 1

Y tratando de analizar el éxito de la serie, vamos a desarrollar algunos de los puntos sobre los que gira todo el entramado y su originalidad:

Retrato apocalíptico de la sociedad:

Muchas son las narrativas que en las últimas décadas y con motivo de una estructura capitalista en constante quiebra, con un exterminio de los valores tradicionales, la falta de fe en las leyes y la explotación de los recursos naturales en la que nos vemos sumida; nos retratan el devenir de la sociedad en lo más oscuro, sombra de aquella barbarie de guerras y que aún a día de hoy el nacionalismo, la xenofobia o el racismo (entre otros) siguen vigentes en muchas zonas del globo terráqueo.

Utopia (2013), versa sobre un hecho factible, y es la escasez de recursos naturales dialogando con la superpoblación mundial. Una pregunta a la que sutilmente nos vemos obligados a responder porque ¿acaso no necesitamos que haya gente que no tenga para comer y un tercer mundo para llenar la insaciable boca de occidente? La respuesta está muy clara: ojos que no ven, corazón que no siente. Pero muchos son los cineastas o productores de series los que apuestan por hacer una crítica a la sociedad de excesos en la que vivimos. No hay más que pensar en la serie Gotham (Bruno Heller, 2014- ) , que deriva directamente del éxito del Caballero Oscuro (Christopher Nolan, 2008 y 2012), o Hijos de los hombres (Children of Men, Alfonso Cuarón, 2006) o de la también británica y excelente mini-serie Black Mirror (Charlie Brooker, 2011- ). En ese mismo diálogo Utopia (2013) nos propone algo de lo que venimos hablando desde hace varios años, pero desde un punto de vista nuevo, esteta (quizá bebedor de lo mejor de Tarantino) y es: hasta qué punto la ley es justa, la corrupción dentro del poder, una población que vive en la ignorancia, y de tras fondo una ética en la que el dinero nos salva de la barbarie ¿acaso no lo hizo ya una vez?

 Utopia (2003) 2

Estética pop-decadente:

Otra de las claves con las que juega Utopia (2013) es una estética muy singular, bebedora de lo mejor de los relatos de culto a la manera de Pulp Fiction (Quentin Tarantino, 1994), o de Wes Anderson, intentando entrar por los ojos una estética que va desde lo pop de Warhol, hasta la decadencia de los años 60. Original o no, los planos sobresaturados con paletas cromáticas llamativas, junto con una puesta en escena milimetrada, hacen de Utopia una especie de cuadro moviente, caleidoscopio de la realidad. El por qué de tal puesta en escena, sólo me lleva a intentar captar un espectador cansado ya del propio reflejo de la realidad en la pantalla. Ya tenemos una realidad, unos colores ¿por qué no jugar con ellos en un mundo ficticio a ver que posibilidades nos ofrece? Quizá la intención pueda ir mucho más allá, y es cortar la diégesis de realidad que ofrece normalmente el audiovisual (Cual perro Andaluz), e intentar decirnos: ¡Cuidado! Lo que estás viendo aquí no es más que una prolongación de un cómic, otra ficción. Y sí, esa estética pop-decadente viene directamente del cómic, de elementos populares hechos hoy relatos de culto de la mejor forma posible, repetitiva o no, como Tarantino. Así se reescribe, se recompone, se relee, y es que en esta era de los post- y los re- y como propusimos en un ensayo sobre Estéticas del Reciclaje, vivimos en una sociedad en la que ya todo está hecho, es difícil ser original, y la realidad duele y es difícil de pensar, por ello re-tomamos aquellas grandes cuestiones, aquellas grandes artes, estéticas, diálogos, para decir algo que no habíamos dicho.

 Utopia (2013)

Violencia esteta:

Pensándolo bien, y unido a esa estética pop-decadente, quizá los logros de Utopia (2013), (pero en el fondo de la mayoría de las últimos proyectos audiovisuales que salen al mercado), sólo vengan del ser capaz de unir o mezclar varias narrativas, atractivos que funcionan dentro del mercado espectatorial, y que nos cuentan una cosa diferente. Y traigo de nuevo a colación todo esto porque esa violencia esteta no es la originalidad de Utopia (2013), si no que con el punto anterior quizá se acerque más a relatos como Reservoir Dogs ( Quentin Tarantino, 1992), Kill Bill (Quentin Tarantino, 2003), La naranja mecánica (A Clockwork Orange, Stanley Kubrick, 1971) Funny Games (Haneke, 1997), o Scarface: el precio del poder (Scarface, Brian de Palma, 1983).

Como hemos dicho, en las últimas décadas ese juego de violencia esteta, también propone una reflexión más allá de esa violencia gratuita, y que tiene como telón de fondo de nuevo la sociedad, y sobretodo el sensacionalismo de la sociedad de medios.

Me parece interesante tratar aquí a raíz de esos films pero en concreto de Utopia (2013) un debate sobre la propia legitimación de la violencia, del que por supuesto no dispongo la respuesta exacta. ¿Acaso si vemos films de acción, gore, bélicos, de terror, no estamos legitimando a su vez la violencia dentro del sistema? Creo, y releyendo a Freud me hace seguir presuponiendo eso, que la violencia es intrínseca al animal, pero que a favor de la cultura y del homo sapiens, se reprimió ese instinto, y ahora sólo es satisfecho bajo la representación. Y después de haber llegado a la conclusión de que la Cultura no nos salva de la Barbarie ¿acaso no habría que mirar un poco más allá la esencia del ser humano? Una esencia en la que si no existe la ley (dios o valores a seguir), todo está permitido.

Retomo aquí a Freud, y no sólo con motivo de Utopia (2013), si no de todos los relatos audiovisuales que versan sobre la violencia: “justamente comunidades vecinas y próximas en muchos aspectos, se hostilizan y se encarnecen. (…) le di nombre de narcisismo de las pequeñas diferencias. Pues bien: ahí se discierne una satisfacción relativamente cómoda e inofensiva de la inclinación agresiva, por cuyo intermedio se facilita la cohesión de los miembros de la comunidad”.

A pequeña escala, ya Freud desvelaba una suerte de ideología y posiciones arbitrarias en tensión, de las que más tarde Derrida hablaría. La violencia nace del intento de autoafirmar la identidad (caso mencionable el del nazismo y la Segunda Guerra Mundial). Pero bien ¿qué tiene que ver con todo esto? ¿Acaso Utopia (2013) o las demás películas y series que desvelan la estructura capitalista no son otra ideología? Derrida de nuevo dice que estamos hablando de acto de violencia porque sólo a través de la fuerza podemos mantener posiciones binarias (yo/otro, mujer/hombre, blanco/negro), y de aquí viene toda esa violencia pequeña casera, que se hace todo un castillo cuando salimos ahí afuera y ya no somos una voz si no millones. Quizá la nueva posición binaria ya no sea capitalismo/socialismo, sino capitalismo vs conciencia de la sociedad.

 Utopia (2003) 3

Locura y trauma:

Unida a esa violencia esteta y ya lo apreciábamos en films como La naranja mecánica  o Funny Games, es el trauma infantil lo que deriva en una quiebra de valores, en una pérdida de referentes y por lo tanto en eso llamado locura. Pero lejos de querer hacer aquí un ensayo psicoanalítico del que sin duda se podrían escribir caras y caras tomando la doctrina freudiana, retomamos aquí ese subtítulo para definir quizá al personaje más importante y siniestro de toda la trama: Arby un niño educado y criado en las sombras y sin ningún referente más que la violencia gratuita y el obedecer a la única mano que le ha dado de comer.

Con motivo de Funny Games, y Utopia (2013), es la televisión la que estructura la conciencia de la población. Althusser decía que es un aparato ideológico del Estado. Quien controla el discurso audiovisual, controla casi la conciencia de la mitad de la población. Y en esta era super-audiovisual, es la televisión y el cine la que educan desde pequeños a los niños (caso importantísimo a la hora de hablar de ello es la española El espíritu de la Colmena). ¿Pero por qué menciono esto en éste apartado? ¿La locura y el trauma acaso nos diría Freud que son síntomas de la histeria burguesa? Y ¿acaso no vivimos en una sociedad altamente burguesa (caso de La naranja mecánica, y Funny Games) donde los personajes viven con todo y con una pérdida de referentes entre otros debido a la no posibilidad de discernir la ficción de realidad, de la ética de la violencia? Hay que preguntarse que vemos en la pantalla para ver quienes somos.

Share this:
Share this page via Email Share this page via Stumble Upon Share this page via Digg this Share this page via Facebook Share this page via Twitter

Comenta este artículo

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

You may use these HTML tags and attributes: <a href="" title=""> <abbr title=""> <acronym title=""> <b> <blockquote cite=""> <cite> <code> <del datetime=""> <em> <i> <q cite=""> <s> <strike> <strong>