Venus
Confesiones desnudas Por Rosanna Moreda
¿Cómo odiar a las amantes
que enlazan sus lenguas de fuego
en el vértice exacto donde las últimas nieves se quiebran?
Seres así, jamás te abandonan.
Gracias a Péter Práczki por su agudo sentido de la observación.
Deseos, roturas, decepciones, fantasías, (des)amores, pánicos, experiencias, confesiones, tabúes, complejos, vulnerabilidades, dolores, peligros, placeres, traumas, cuerpos, secretos, (in)dignidades, horrores… estas son solo algunas de las viejas imágenes que toman y pierden forma en este insólito documental danés sobre los relatos de varias mujeres jóvenes entrevistadas con el propósito de que hablen sin tapujos ante la cámara sobre sus relaciones sexuales.
Que aparezcan temas que forman parte de las sexualidades con perspectiva de género como la comparación cuantitativa (no cualitativa) entre las felaciones a vaginas realizadas por hombres y felaciones a penes realizadas por mujeres y su correspondiente imaginario erótico colectivo en un planeta absolutamente falocéntrico; casi que de modo pionero en el documental, se agradece hasta el infinito.
De igual modo son bienvenidas las preguntas que las directoras Lea Glob y Mette Carla Albrechtsen dejan caer con suavidad y mimo a las entrevistadas, relativas a temas poco tocados en el cine dentro de la erótica femenina, teniendo en cuenta la invisibilidad de esta última en los relatos visuales a lo largo de la Historia. Preguntas tenues, pero igualmente a bocajarro como: “¿Cuán buena eres en el sexo?”. De todos modos, es inevitable que, frente a interrogantes llenos a rebosar de harina publicitaria, y por lo tanto prefabricada, nos invada cierta sensación de sorpresa agridulce en formato de contrapregunta: “¿Buena?, ¿bajo qué estándares, bajo que parámetros?” El documental de 80 minutos está estructurado a nivel estético de una manera inteligentemente sobria, elegante, minimalista, en fuerte contraste con la complejidad/dureza del contenido erótico-emocional 1 horneado en ocasiones a altas temperaturas al mejor estilo de Madame Edwarda de Bataille, donde prácticamente todo el escenario lo ocupan las valientes confesoras, las sillas donde están sentadas, y una o dos puertas de un piso antiguo, todo ello en tonos de fondo blancos-ocres. Las preguntas van y vienen de una participante a otra, de una mujer a otra, de un personalísimo y quebradizo universo sexoemotivo a otro. Hay declaraciones de una brutalidad desgarradora, que producen en el cuerpo al escucharlas, un estremecimiento casi eléctrico. Es el caso de la chica que cuenta llorando cómo mientras estaba con su novio en la cama sintiéndose inmensamente feliz en aquellos momentos, pero al mismo tiempo, muy, muy frágil (lo cual le comenta a su novio), él la abandona. Y ella dice algo así mientras mueve enérgicamente la cabeza:
– Y que te abandonen en esos momentos… eso está muy mal.
Alergias. Alergias al amor, a la valentía del amor y la vulnerabilidad cuando se hacen públicos, cuando se confiesan. Cuando se confiesan en un mundo donde las fobias han invadido el desvalido terreno de las emociones, donde no está de moda necesitar cariño y querer. Percibimos por lo tanto desde este lado, la energía que procede del espejo de la colectividad mujer donde las otras con sus historias se funden en un nosotras con nuestras historias. Historias mudas hasta el momento en que el cine feminista, desde la creación intimista, doméstica, una vez más, en un nuevo ejercicio de reto, decide ponerles voz.
– ¿Nos permitirías filmarte mientras tienes sexo?
– ¿Cuándo fue tu primer orgasmo?…
Luego llama la atención desde el ámbito ocupado definitivamente por la sexología, la aparición de nuevos catálogos para el polifacético y renombrado orgasmo, como es el caso del “orgasmo pectoral”, definido por una de las entrevistadas como el orgasmo logrado por la estimulación continuada de los pezones.
– ¿Cuántos hombres te han dado un orgasmo?
Y, sin embargo. Y, sin embargo, en esta última pregunta, ese algo un poco bastante fuera de lugar que sin duda podría haber sido sustituido teniendo en cuenta el alto porcentaje de mujeres lesbianas-bisexuales entre las entrevistadas, por un nada falocéntrico y mucho menos chocante:
– ¿Con cuántas mujeres y con cuántos hombres has experimentado un orgasmo?
Es decir, aquí echamos en falta un tono de pregunta acorde a la filosofía igualitaria del documental, donde las diferencias en todo su esplendor y no únicamente la heteronormatividad, sean reivindicadas.
Entre más respuestas a comentar, destacan las relativas a las múltiples denominaciones existentes y utilizadas por las chicas para referirse a sus respectivas vaginas.
– No uso mucho esta palabra (vagina). Será porque no me refiero mucho a ella…
Una opinión llena de contenido, que lo resume todo, y una pregunta acorde al desconocimiento del propio cuerpo femenino, el peso, el abismo de lo innombrable.
Pero sin duda, los planos más cargados del documental, vienen de la mano de la niña rubia de las trenzas y demás fetiches, cuyo rostro no se ve y relata con detalle sus fantasías sexuales en torno al incesto. Son estos momentos que el buen cine sabe suspender en el punto exacto donde el tabú parece escabullirse en aras de la liturgia de las palabras, que se emiten sin prisa incluso cuando se relata nuevamente… lo innombrable.
En cuando a la diversidad de las chicas, llama la atención que es una diversidad que se ubica dentro de la categoría “mujeres blancas danesas”, donde los cuerpos, estilos, rostros, actitudes, son muy variados. Ciertamente se extraña una muestra más amplia de mujeres no blancas, que teniendo en cuenta la inmensa multiculturalidad del país, no debería ser este un elemento a faltar. Sin embargo, siendo que se presentaron 100 mujeres al casting, y partiendo de la base de que las directoras no aplicaron filtro con excepción de la edad y el interés por la temática sexual, sería interesante examinar las causas de esta ausencia total de mujeres no blancas en momentos actuales donde la interseccionalidad entre los estudios de género y racismos, es más urgente que nunca.
Y en el final, el simbolismo de todas las participantes despojadas de su ropa después de haber hablado. Cada una en su pose, completas. Confesiones desnudas.
En el siguiente enlace tenéis acceso en la red de salas donde será proyectado:
- Bataille, Georges: Madame Edwarda seguido de El muerto, Barcelona, La sonrisa vertical- Narrativa erótica, 1981 ↩