Xacio Baño
Mundos que se desvanecen y reaparecen Por Fernando Solla
"Un paso adiante i outro atrás, Galiza
I a tea dos teus sonos non se move.
A espranza nos teus ollos se esperguiza
Aran os bois e chove."
Contemplando su exhaustiva panorámica sobre el cortometraje gallego actual, la sección Sinais del (S8) 2015 dedica una sesión especial para mostrar algunos trabajos de uno de los realizadores jóvenes más prolíficos de la comunidad. Tras su paso por numerosos festivales de alcance internacional hemos podido conocer cinco de las obras de Xacio Baño (Xove, 1983) y, tras su visionado, la sacudida ha sido importante.
La necesidad de crear para así recordar parece ser una motivación transversal y continua en los distintos cortometrajes, resaltando especialmente esta característica en Ser e voltar (2014) uno de los filmes más recientes del realizador, circunscrito totalmente en el ámbito del documental. ¿Cómo me ve el otro? ¿Qué significa ser visto? ¿Soy visto? Estas preguntas nos plantea Baño a partir de su regreso a la casa de sus abuelos, situada en un contexto rural. Dos líneas argumentales confluyen y se retroalimentan en algo menos de catorce minutos. Lo que empieza como un retrato en formato vídeo sobre los antecesores se encamina progresivamente hacia una puesta en escena de lo que indefectiblemente depara el futuro para los ancianos. De este modo, veremos a la pareja ensayando el guión de la muerte del anciano y la reacción de su esposa. Acto seguido, el foco de atención recae en el propio realizador. ¿Qué es el cine y por qué dedicarse a ello? ¿Qué aporta el cine en un entorno en la que las pocas salas que se mantienen abiertas están casi vacías hasta el punto que se ven obligadas a cerrar? ¿Permite el cine ver de dentro hacia fuera o, en cambio, ser visto de fuera hacía lo más profundo de nuestra intimidad como realizador o, incluso, como espectadores?
Esta reflexión o debate se nos presenta de una manera insólita y sumamente original, puesto que será la abuela su principal y única integrante, mostrando ante la cámara la preocupación que le causa no saber cómo su nieto podrá ganarse la vida y salir adelante. De nuevo el cine y su poder formateador del reflejo de la realidad de nuestra sociedad. Dos generaciones y un giro de punto de vista de ciento ochenta grados. En tercer lugar, y seguramente, de manera involuntaria el corto consigue traspasar a un estrato superior en la historia que está contando. El hecho de convertir en protagonistas del final de sus vidas a la pareja de ancianos se erige como un acto de generosidad y afecto inauditos, ya que el realizador está transmitiendo a través de lo mágico del cine, el poder que da el tener herramientas para enfrentarnos a lo desconocido, en este caso la muerte. Normalmente somos los que quedamos los que pedimos o buscamos alivio ante la muerte de un ser querido y no al revés. Es decir, no solemos dedicarnos a preparar a nuestros mayores para su último momento, simplemente les acompañamos.
Sin echar de menos ni un ápice de la ternura de Ser e voltar nos sumergimos en el terreno de la ficción para un nuevo giro y vuelta a ver el mundo de dentro hacia fuera. En Anacos (2009) el realizador utiliza de la técnica de la split screen dividendo en cinco la imagen, mostrando a la vez el punto de vista de cada uno de los cinco protagonistas de su historia. Cinco visiones que, en este caso, no potencian la interactuación de las distintas realidades sino que muestran la fragmentación de la vida de una madre que ve como, a medida que pasa el tiempo, su sentimiento de solidad se acrecienta. A partir del plano inicial en el que vemos cómo las manos maternas cortan un bizcocho en pedazos, la imagen se irá dividiendo a partir de la enumeración de los ingredientes que lo componen. El desvanecimiento de todas las figuras de mujer que en algún momento u otro de la vida del protagonista ocupó su madre mostradas al ritmo de un temporizador de cocina. Empezamos con la mujer tal y como es vista por el hijo para terminar con cómo la mujer ve su mundo cada vez más reducido. Ya no habrá un bizcocho entero, sino dos o tres pedacitos. Protagonizada por Mabel Rivera, el filme rememora la escena de Las horas (The Hours, Stephen Daldry, 2002) en la que el personaje de Julianne Moore tamizaba un pastel bajo los atentos ojos de su hijo, absorto en la nevada de azúcar glaseado.
En esta sesión de la Mostra también hemos conocido las influencias de la cultura y el territorio gallegos en la obra de Xacio Baño. Tanto Ai Capitán como Solpor (2014) conforman un elocuente díptico sobre la herencia que el realizador no quiere olvidar. El primer título coincide con uno de los poemas incluidos en ‘Nimbos’ del poeta Xosé María Díaz Castro (1914-1990). A través de las olas que cubren un barco náufrago el realizador evocará las lágrimas que vertió el literato sobre la situación del territorio gallego. La preocupación por el destino de sus gentes y la naturaleza rural del entorno sigue latente en Solpor, filme que Baño ha montado a partir de fotografías de archivo combinadas con tomas campestres. En esta ocasión, la banda sonora cobra gran importancia, con una doble voz en off que enumera los cargos reales y nobiliarios del pasado para acto seguido silenciarlas con el sonido ambiente de los bosques, en los que la cámara buscará sin éxito filmar a un ciervo, muestra quizá de la resistencia en la sombra de un territorio que a pesar de las dificultades se niega a desaparecer. Paraísos nocturnos.
Finalmente, aunque proyectado en primer lugar, llegamos a Estereoscopía (2011), cortometraje que, en cierto modo, parece incluirlos a todos. ¿Qué pasaría si pudiéramos ver a tiempo real nuestra realidad a través del ojo derecho y la realidad de otra persona a través del ojo izquierdo, que nos han trasplantado después de sufrir un accidente al cruzar un paso de cebra? Con este título, Baño se sitúa a medio camino entre el documental y la ficción, ya que las imágenes que el protagonista (interpretado por Vicente de Souza) contemplará con su nuevo ojo son filmaciones domésticas de la vida del propio realizador. Más allá del impacto visual que supone ver las dos realidades al mismo tiempo y del espectacular trabajo del equipo de sonido en la harmonía de las resonancias ambientales con los momentos y estados de ánimo del protagonista, la gran sacudida que mencionábamos al principio proviene de la sensibilidad con la que Baño compone las imágenes y al papel que delega en el espectador durante el visionado. ¿Qué pasaría si vista otra realidad distinta a la nuestra quisiéramos eliminar la propia y vivir una existencia que hemos conocido sólo porque la hemos visto?
Para el espectador, percibir esta pregunta formulada en imágenes expresa fuertemente la emoción con la que vivimos el acto cinematográfico, como nuestra particular intervención estereoscópica hacia nuestras vidas. Esa es, sin duda, la mayor de las muchas virtudes que encierra el cine de Xacio Baño.