Y de repente tú
Uptown Girl Por Manu Argüelles
I
Recuerdo que cuando vi Si fuera fácil (This Is Forty, Judd Apatow, 2012) pensé que funcionaba como un bonito epitafio, en el caso hipotético de que ese hubiese sido el último largometraje dirigido por él. Pensarlo, en el momento que sus personajes cumplen los 40 su cine muere. Tenía lógica si revisamos sus películas anteriores, incluida Hazme reír (Funny People, 2009), donde afrontaba la muerte. No sucedía pero lo importante es que en su comedia se incorporaba el hecho de pensar en ella. Así, yo había fantaseado que Hazme reír era como una especie del salto del cisne definitivo en su obra y Si fuera fácil era el contacto con la tierra, el gran batacazo después de saltar. Porque visto el resultado tan desangelado, uno estaba inclinado a pensar que su carrera como director necesitaba un urgente replanteamiento (capítulo aparte es su función como productor en películas que no dirige). Y de repente tú no viene a ser como la gran esperanza o el gran cambio que su cine parecía pedir a gritos, pero sí supone todo un balón de oxígeno para seguir adelante. A priori, la película parece pertenecer a Amy Schumer, dado que ella la interpreta (y todo el film gravita en torno a su personaje), lo escribe y también participa en la producción. Por lo que todo apunta a que Apatow ha preferido ceder, por decirlo así, su parcela de autoría, para que su cine no acabe asfixiado ante tanta circunvalación en torno a su yo. Sí, eso es algo que ya sabemos los familiarizados con el universo Apatow (aquí ya incluyo sus producciones) en particular y la NCA en global. Si nos empeñamos en buscar el autor, tenemos que pensar también en el actor. Ahí tenemos el ejemplo de La boda de mi mejor amiga/Bridesmaids (el tándem maravilloso de Paul Feig y Kristen Wiig) o las no menos sensacionales dos películas de Ron Burgundy con la dupla Adam McKay/Will Ferrell, tres películas producidas por Apatow. Y lo cierto es que este mimetismo creativo con los anteriores ejemplos funciona bien de cara a Y de repente tú, una película que además sirve como el gran brinco al cine por parte de Amy Schumer.
II
Amy (el personaje) trabaja en una revista de tendencias. Su jefa (una deliciosamente sobreactuada Tilda Swinton), al comprobar que detesta los deportes, aparte de su nulo conocimiento de ese ámbito, decide encargarle la entrevista a un prestigioso médico de deportistas. Piensa en ella para un ascenso (eso parece en apariencia o es lo que le dice) y encuentra que ese reportaje será una buena prueba para acabarse de decidir. Pensemos en el bajo prestigio que suele uno encontrarse ante el subgénero de la comedia romántica. Imaginemos en alguien que no le interese nada, como a Amy le pasa con los deportes. Gracias a ese encargo conoce a Aaron (un Bill Hader del que lamentamos su rol de sparring de Amy en el film, porque secuencia que tiene para desplegar su vis cómica la borda) y surge el amor. Amy Schumer tiene sobre su espalda una similar responsabilidad respecto al film entendido como comedia romántica. Más que seducir a los ya convencidos o afines, Amy con su personaje está queriendo seducir a los escépticos o los alejados. Y de rebote Apatow quiere recuperar a los que ha perdido por el camino, si nos atenemos a los datos recaudatorios de sus últimas películas.
Y entonces todo se trata de si podemos seguir creyendo en la comedia romántica, cuando ella no goza un momento álgido, cuando se ha abusado de ella hasta el infinito, cuando estamos en una época de un trono sin reina (Julia Roberts y aspirantes quedan lejos, mucho más las comedias románticas juveniles en el imperio actual de las Young Adult de sci-fi).
Hace unas semanas vi They Came Together (David Wain, 2014), una descacharrante desarticulación de las comedias románticas, en la que se saben reír de ellos mismos cuando aplican los clichés del subgénero. Ver después Y de repente tú es como si a continuación de Cabin in the Woods (Drew Goddard, 2012) viésemos un slasher puro de jóvenes atrapados en una cabaña. Porque en lo que respecta al cine que dirige Apatow, y con esto no estoy haciendo una valoración, no hay cabida para ejercicios paródicos al estilo de They Came Together que sacudan los cimientos de la comedia. El gag en torno a las películas de Woody Allen, se queda en eso, en un guiño hacia Manhattan (Woody Allen, 1979), no atenta la pureza global de la película como comedia romántica. El carácter del cine de Apatow siempre es en el fondo conservador, preservar antes que desmontar. Por supuesto, para que su cine se mantenga muy apegado al momento histórico en el que se hace (de ahí su insistente sentido referencial a expresiones del medio televisivo/cinematográfico), algunas cosas se tienen que mover de sitio. Amy ocupa ahora el lugar que anteriormente estaba reservado para sus protagonistas masculinos, pero su sentido de la comedia sigue manteniéndose intacto. Por eso hablo de que la película está buscando la creencia en la comedia romántica, articulándose bajo un aparente elemento renovador que lo único que procura es que todo siga funcionando como antaño.
III
Amy bebe más de la cuenta, se folla a todo lo que se menea y fuma hierba. Es muy dueña de su sexualidad y de su independencia, aunque ella no se encuentra en ese estado típico de infancia perpetua de los tradicionales personajes masculinos protagonistas de Apatow y su conflicto no se produce cuando debe hacer frente a la responsabilidad (Lío embarazoso, Knocked Up, 2007) porque, en ese sentido, ella hace frente al cuidado de su padre ingresado en una residencia y maneja como puede las tensiones que le produce su trabajo, no las elude. Lo que sí va a compartir con los personajes de Apatow es su inevitable situación de desencaje en ámbitos tradicionales (su hermana, su familia y las amigas de ella) como ya le pasaba a Charlize Theron en Young Adult (Jason Reitman, 2011) cuando vuelve a su pueblo natal. De un personaje así, con un estilo de vida ajeno al que marcan las principales y dominantes pautas sociales, siempre acabo creyendo que buscarle la redención supone acabar traicionándolo. Aaron, diablos, tiene ese efecto redentor y por extensión vuelve a repetirse el patrón del príncipe azul que en teoría busca toda chica. El cine de Apatow busca la comicidad mediante el contraste de entornos y al final los personajes «descarriados» finalizan absorbidos en el “buen comportamiento”. No puede faltar cierta moralina que acaba debilitando todo presunto afán políticamente incorrecto.
Por eso, cuando hay sátira, que siempre la hay (y aquí es estupenda), son pellizcos, no cuchillos. En Y de repente tú encontraremos bromas acerca de los deportistas de élite, de los musculosos obsesionados con el culto al cuerpo y de las revistas de tendencias, pero pasa un poco como con el padre de Amy, que “ofende” a todos, pero todo el mundo lo quiere igual. Amy se escapa del arquetipo femenino prototípico dentro del subgénero y eso ya es un qué pero ya saben aquella famosa frase de Giuseppe Tomasi di Lampedusa, que todo cambie para que todo siga igual.