Your name

La forma de la distancia Por Samuel Lagunas

¿Qué es lo que nos separa de la persona que amamos? Ésa parece ser la pregunta que Makoto Shinkai trata de contestar una y otra vez en su filmografía. Desde aquel trabajo de 1999, Ella y el gato (彼女と彼女の猫, Kanojo to Kanojo no Neko) en el que consiguió sumergir a una mascota en un pozo infinito de melancolía hasta Your name (君の名は, Kimi no nawa, 2016), su más reciente largometraje, Shinkai nos confronta continuamente con historias emblemáticas por sus introspectivas y taladradoras voz en off y por su excesivo sentimentalismo, rasgo que el animador japonés ha convertido en virtud antes que en defecto. La respuesta de Shinkai al por qué de las distancias no es difícil de descubrir y permanece invariable en todos sus largometrajes —y aún en sus cortos: el obstáculo a vencer en nuestras relaciones es el tiempo. Sin embargo, es la forma en la que el director de 5 centímetros por segundo (秒速5センチメートル, Byōsoku Go Senchimētoru, 2007) retrata la lucha contra el tiempo la que lo distingue del resto de los animadores japoneses.

El tiempo en la filmografía de Shinkai se aborda desde dos perspectivas: la de la edad de sus personajes y la de las paradojas (im)posibles de la física teórica y de la astronomía. En esa encrucijada espacio-temporal aparecen sus primeros dos personajes Mikako Nagamine y Noboru Terao, los adolescentes protagonistas de Voces de una estrella distante (ほしのこえ, Hoshi no Koe, 2002). Mikako es elegida para ser parte de una misión de defensa planetaria y salir al espacio a combatir a una raza alienígena que amenaza la vida humana. En la Tierra se queda Noboru, con quien estableció un vínculo profundísimo mientras estaban en el colegio. A medida que Mikako se aleja de la Tierra, los mensajes por celular entre ambos tardan más en llegar; no obstante, Noboru prefiere aislarse en una espera inmarcesible antes que continuar con su vida. En una de sus travesías Mikako llega al planeta Agartha donde descubre que las palabras y los pensamientos son capaces de atravesar planetas y galaxias. En realidad, concluyen Mikako y Noboru, a pesar de la distancia espacio-temporal es posible estar juntos. En este corto de 20 minutos se asoman ya todas las preguntas y las respuestas de Shinkai y se vislumbran los elementos narrativos y el montaje que caracterizará sus películas siguientes.

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Voces de una estrella distante

Es su primer largo en el que conviene detenernos más para entender Your Name. El lugar que nos prometimos (雲のむこう、約束の場所, Kumo no Mukō, Yakusoku no Basho, 2004) nos cuenta la historia de Sayuri y Hiroki, quienes en su adolescencia forjan un vínculo que parece irrompible hasta que Sayuri cae en un extraño trance. En esa etapa llena de ilusiones y sueños, Hiroki y su mejor amigo Takuya comparten con Sayuri su más grande deseo: volar hasta una torre que destaca por su enorme altura y sus misteriosas cualidades. El Japón que Shinkai dibuja en su primera película es un país dividido y al borde del desastre bélico. Después de 3 años Takuya, ahora importante científico, planea junto con su maestro destruir la torre que no es otra cosa sino un arma capaz de hacer visibles los universos paralelos. El poder de la torre, sin embargo, depende de Sayuri y del largo sueño en el que se ha sumergido. Takuya decide contactar a Hiroki, quien ha pasado los últimos años en un letargo agónico, para que lo ayude a que Sayuri despierte y así la torre pueda destruirse sin causar daños colaterales. Sayuri, a pesar de su estado comatoso, ha sido capaz de comunicarse con Hiroki en sus sueños; sin embargo, teme que cuando despierte olvide el lazo especial que han establecido en ese otro espacio-tiempo. En El lugar que nos prometimos Shinkai confirma y patenta sus intereses: la pasión por la ciencia y la tecnología (que lo acerca más a la casa productora Madhouse que al Studio Ghibli), el miedo a olvidar y la obstinación en luchar contra el paso y el cumplimiento del (de los) tiempo(s).

Las razones por las que Shinkai ha elegido la adolescencia se aclaran con dos de sus largometrajes siguientes: 5 centímetros por segundo y El jardín de las palabras (言の葉の庭, Kotonoha no Niwa, 2013). En la adolescencia no es sólo cuando más fácilmente se sueña sino cuando el tiempo parece comprimirse al máximo a la vez que se expande dramáticamente: todo debe ocurrir ahora sino se perderá para siempre. Es ésa la paradoja que condiciona la existencia de Takaki y Akari en 5 centímetros por segundo y de Takao Akizuki en El jardín de las palabras. Es también ésa su lucha. En ambas cintas, Shinkai dejó de lado el género de ciencia ficción para concentrarse en las relaciones interpersonales y en cómo el paso natural del tiempo acaba quebrándolas y volviéndolas irrecuperables. El tiempo crea distancias que, a pesar de la resistencia que oponen los personajes, no consiguen vencerse. No en vano tampoco es la recurrente aparición del tren en las películas de Shinkai. El tren en su incesante movimiento se convierte en metáfora del tiempo: atrás van quedando las estaciones a las que es posible regresar pero que nunca volverán a ser las mismas (de ahí el espanto ante el tren detenido en medio de la nada en 5 centímetros por segundo o el vértigo de su velocidad en Other worlds [遠い世界, Tooi Sekai, 1998]). La obsesión con la adolescencia hace que el cine de Shinkai sea visto también como una serie de lacrimosas películas coming-of-age o parábolas intimísimas sobre el crecimiento y la maduración: fábulas sobre el tiempo y el amor, al fin y al cabo. La concisión y la explosividad sentimental que logró Shinkai en 5 centímetros por segundo y en El jardín de las palabras contrasta fuertemente con la rebuscada trama de Viaje a Agartha (星を追う子ども Hoshi o Ou Kodomo, 2011), su película más desafortunada y, curiosamente, la que comparte más rasgos con la imaginación de Miyazaki.

Your Name

Your Name

Vista con frialdad, Your Name es una vuelta a los orígenes en el universo cinematográfico de Shinkai. La trama es esencialmente una depuración técnica y narrativa de El lugar que nos prometimos. En Your Name tenemos la historia de Taki y Mitsuha quienes intercambian sus cuerpos mientras duermen. Taki vive en Tokio, estudia, trabaja como mesero y es bastante tímido con las chicas. Mitsuha vive en Itomori, una aldea donde la vida escolar transcurre entre rituales religiosos y oficios familiares. Sin entender muy bien lo que ocurre, Taki y Mitsuha establecen un extraño vínculo y van acercándose a pesar de que nunca consiguen estar juntos. La paradoja espacio-temporal alcanza una radicalidad extrema en la cinta al ser una paradoja corporal: pueden habitar el cuerpo del otro pero no pueden hablarse cara a cara. Se conocen a pesar de que nunca se han visto. Este lazo forjado aún contra la distancia se ve amenazado a medida que esa distancia física y temporal va reduciéndose. A través de mensajes que se dejan en sus respectivos celulares, Taki y Mitsuha comienzan a compartir sus vidas. No obstante, una atmósfera ominosa se comienza a erguir sobre ellos: es el crepúsculo, el momento en el que día y noche se funden hasta ser indistinguibles: es el instante del no-tiempo o de la simultaneidad de todos los tiempos. Cuando Taki descubre que Mitsuha no sólo vive en una aldea a unas cuantas horas de Tokio sino que vive en una época posterior (3 años antes) y que Itomori es, en el presente de Taki, un páramo devastado por un meteoro, la fatalidad está ya (pre)dicha. Sin embargo, ambos tratarán de oponerse a ella con ayuda de sus inseparables y respectivos amigos. La resolución de la historia es muy parecida a la de El lugar que nos prometimos. Hay siempre algo que se (nos) olvida pero que tal vez pueda recuperarse. Mucho más esperanzadora que 5 centímetros por segundo, Your name cuenta una historia de segundas oportunidades, de vidas que, juntas, son capaces sobreponerse a toda pérdida y a toda catástrofe (sea cósmica o personal).

Your Name vuelve a recuperar las obsesiones astronómicas de Shinkai pero sin tanta grandilocuencia tecnológica (como vemos en El lugar que nos prometimos y en Voces de una estrella distante), también es capaz de esbozar una mitología propia sin caer en la abarrotamiento de Viaje a Agartha. Todo esto, hace que no obstante del resorte lúdico-dramático del intercambio de cuerpos, Your Name sea una película mucho más cercana a los espectadores y mucho más aleccionadora y pertinente. Todo ello, sin descuidar la construcción de sus personajes desde su intimidad: sus cuerpos, sus temores, sus soledades y sus deseos. Shinkai ha logrado con Your Name decir y mostrar con excelencia lo que de alguna forma ensayó en Voces de una estrella distante y en El lugar que nos prometimos: sólo las palabras pueden romper las distancias espaciales y temporales que nos separan de quienes amamos. Sólo con ellas podemos acercarnos a los demás y a nosotros mismos. Sólo a través de ellas podemos convertir nuestras tragedias (personales, nacionales, humanas) en un nuevo punto de partida. Ésa puede ser la madurez de Shinkai: hacer de un romance adolescente no un chick-flick palomero sino una emotiva y poderosa historia sobre la urgencia de recordar(nos) quiénes somos y lo que compartimos. Ojalá que en sus próximas películas Shinkai logre dar un paso adelante en vez de embotarse en una redundante repetición de sí mismo.

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